La ciudad es fiel reflejo de nuestra sociedad, y en la ciudad de los nuevos chilenos sobran el mal gusto, la estridencia y la vulgaridad, penetrando todos los ámbitos de nuestra vida.
La capacidad de armonizar dinámicas propias del crecimiento con los valores de armonía, belleza y austeridad se hace cada vez más difícil. Cosa de revisar la programación televisiva y sus “realities”, la publicidad de productos de consumo o los titulares de la prensa “popular” para darse cuenta de que la abundancia de estímulos y recursos puede terminar causando indigestión cultural.
En este contexto, la producción arquitectónica puede ser la salvación o la condena. Si bien hay casos destacables de una arquitectura chilena de primer nivel, la percepción general es otra, al ver cómo abundan proyectos comerciales e inmobiliarios que pretenden ser los más grandes, los más altos o los más estridentes, ignorando de lleno su entorno inmediato, contexto geográfico y cultural.
Con 25 años de historia, nos hemos ganado un espacio importante para la representación de los arquitectos en el debate público y frente a la autoridad. Buscamos tener una voz nítida y respaldada técnicamente, queremos llegar con nuestro mensaje a la opinión pública, y ser capaces de construir
una red amplia de vínculos con la sociedad.