25 de abril de 2017

CÓMO PENSAR Y CONSTRUIR LAS CIUDADES DEL FUTURO

Los desafíos que plantean las ciudades del futuro implican tener que aunar esfuerzos técnicos, tecnológicos y de gestión, entre otros, y los estudios de postgrado son necesarios para poner al día a los profesionales ya formados, sobre todo en las nuevas tecnologías que siempre irán apareciendo.

Si bien en Chile se está hablando sobre cómo deberían ser las ciudades a futuro, este diálogo no es suficiente. «Hace falta un diálogo permanente, inclusivo, con altura de miras, integrador y respetuoso de todos los actores involucrados y, sobre todo, con una mirada de largo plazo y objetivos claros», sostiene Ignacio Hernández, vicepresidente de la Asociación de Oficinas de Arquitectos (AOA).

 

Y es que las necesidades no son exactamente las mismas para cada lugar o cada sociedad según el país, zona geográfica y cultura de cada sociedad, «pero siempre estarán presentes temas genéricos como la contaminación; el transporte público; la seguridad; la segregación y la salubridad», asegura el arquitecto.

 

A ello, se suma la calidad del espacio público y sus edificaciones; de los servicios y equipamiento que la ciudad ofrece; la sustentabilidad; la gobernanza y gobernabilidad de las ciudades, que «son y seguirán siendo claves esenciales a la hora de determinar su evolución y progreso».

 

Formación de especialistas

 

Debido a la altísima complejidad que plantean las ciudades modernas y las del futuro, son muchos y muy variados los especialistas requeridos. «Los más obvios y, sin embargo, los más ausentes, muchas veces son los especialistas por naturaleza en estos temas: los arquitectos y urbanistas; los ingenieros de transporte, de infraestructura energética, sanitaria y de telecomunicaciones; abogados especializados en leyes, ordenanzas y reglamentos urbanos; desarrolladores inmobiliarios sensibles y eficientes; sociólogos y muy especialmente líderes en gobierno local», plantea el vicepresidente de AOA.

 

En Chite existe y se están formando bien la mayoría de los especialistas requeridos. Sin embargo, «nuestra gran carencia es la alineación de todos estos actores bajo un objetivo común de largo plazo, con una mirada más técnica, pues la ciudad y sus partes se construye en largos periodos que superan siempre los gobiernos nacionales, regionales y los locales la inmensa mayoría de las veces», precisa Ignacio Hernández.

 

También falta «una cultura ciudadana, de respeto y aceptación mutua, tolerancia y confianza, pues no es posible hacer ciudad sin convocar, provocar y comprometer a todos los actores; somos como una sociedad que cuenta con buenos músicos, pero nos faltan buenos directores de orquesta», asegura.

 

Algunos desafíos

 

«Si se considera que nunca antes la humanidad enfrentó un doble proceso tan trascendente e impactante como el que estamos experimentando, en que la población mundial se estima que se cuadruplicará, entre los años 1950 (2.500 millones/30% urbana) y 2050 (10.000 millones/66% urbana), esto supone un crecimiento poblacional de las ciudades en tan solo un siglo de casi 6.000 millones de habitantes», cuantifica Ignacio Hernández, vicepresidente de AOA. Yen ello coincide Norman Goijberg, vicepresidente del Comité Directivo de CES, quien precisa que en Chile el crecimiento urbano ha sido muy acelerado, «por la migración campo-ciudad y el aumento de la población con aproximadamente 90% de todos los chilenos viviendo en ciudades».

 

En ese sentido, la complejidad, el tamaño y la velocidad de crecimiento de estas gigantescas estructuras sociales, urbanísticas, energéticas e ingenieriles es muy grande. «Esto supone un gran esfuerzo técnico, tecnológico y especialmente de gestión, gobernanza y cultural, pues la vida urbana requiere altos grados de respeto, educación y civilidad. Es imposible que éstas progresen sin una participación activa, integrada y respetuosa de una gran diversidad de actores y sectores representativos de la sociedad que conforma esta megaestructura llamada ciudad», opina Hernández.

 

Y Goijberg añade que, además de la necesidad de expansión urbana, hay que pensar muy fundamentalmente en la densificación de zonas que fueron construidas para otras condiciones. «Las previsiones que se hacen implican que para densificar un barrio existente se debe ampliar toda su infraestructura, como redes de servicios eléctricos, gas, agua y alcantarillado, y en particular las calles, dice Norman Goijberg. Por ello, hay un desafío en «mejorar los medios de transporte colectivo, priorizándolos en relación con tos autos, que a la vez la tecnología los irá cambiando. Tarificar zonas urbanas centrales es una manera negativa: la alternativa es crear un ambiente que los usuarios prefieran bajarse del auto. La planificación debe considerar que en todas las zonas urbanas convivan las residencias y tos servicios», puntualiza.

 

Nueva especialidad

 

Para Norman Goijberg, para diseñar, construir y operar edificios y ciudades sustentables, se necesita un «proceso integrado de diseño», en el que desde las primeras etapas de un proyecto todos los involucrados -el mandante, los arquitectos, ingenieros, especialistas, constructores y operadores- estén involucrados. «Una nueva especialidad es la de coordinador de este tipo de equipos y los especialistas en eficiencia energética y sustentabilidad de los edificios. Esta forma de trabajo es distinta al proceso lineal, en que cada etapa es una detrás de la otra; es un cambio no menor, ya que lo más difícil es el cambio de actitud», afirma.

 

Reducir las emisiones

 

Todos los componentes de las ciudades producen emisiones de gases de efecto invernadero y una consecuente «isla de calor». En ese sentido, «reducir los GEI es una necesidad para los habitantes, para la infraestructura y para el planeta», dice Norman Goijberg, vicepresidente del Comité Directivo de CES. El arquitecto ejemplifica con Suecia, donde no hay camiones de basura, sino que esta se transporta por tuberías neumáticas subterráneas. «Se recolecta en centros de distribución para el reciclaje y tanto las basuras orgánicas como el tratamiento de aguas servidas, son fuente de energía renovable (Waste to Energy)».

 

Asimismo, cuenta que en la ciudad de Linkóping en Suecia, «la basura orgánica de 500.000 habitantes produce agua caliente que se distribuye por una red para 250.000 habitantes (4 toneladas de basura orgánica tienen la potencia de 1 tonelada de petróleo). Suecia importaba basura de Noruega, pero ellos también aplicaron la tecnología y ahora Noruega importa basura de Inglaterra».

 

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