Ya no es solo una cuestión de acceso: deben entregarse soluciones habitacionales, que realmente aporten a la calidad de vida de quienes, por primera vez, tienen vivienda propia.
Ampliar la oferta habitacional y favorecer la integración social en proyectos bien ejecutados y localizados, son elementos fundamentales en el objetivo de lograr viviendas sociales de calidad.
Para este fin, es necesario que existan distintas tipologías de proyectos y diseños -considerando las diferentes realidades de familia y la diversidad de zonas que tiene el país-, que todos ellos cuenten con un alto estándar de urbanización y que se localicen en áreas urbanas, con acceso a servicios y equipamiento.
Ciudades compactas
Históricamente, en Chile la vivienda social se llevó a los extramuros de la ciudad, en terrenos más económicos, pero que perpetúan la marginación, comenta Ignacio Hernández, presidente de la Asociación de Oficinas de Arquitectos (AOA). Es así como nuestro paisaje tiene soluciones de periferia, sin integración con el resto de la urbe, mientras que en el caso de aquellos conjuntos que surgieron de manera espontánea, en lugares no aptos, se suma el riesgo para las personas que allí viven en caso de emergencias provocadas por eventos naturales.
Hoy, se hace hincapié en la necesidad de que las viviendas sociales se emplacen en barrios integrados a infraestructura de educación, salud, transporte, comercio y bienes de uso público, como parques y áreas verdes. ‘La tendencia se orienta hacia la compactación de las ciudades, donde las personas puedan contar con los servicios cercanos. La segregación es negativa, porque obliga a muchos y extensos viajes diarios. Si se cuenta con minicentros, las personas pueden vivir más cerca de sus trabajos o del colegio de sus hijos. Esto, junto a transporte público de calidad y más espacios verdes públicos, constituyen ejes de desarrollo’, explica el arquitecto.
Mejores viviendas
Conforme Chile se ha desarrollado, también se ha elevando el estándar para el emplazamiento de viviendas sociales. Los inmuebles son de mejor tamaño, equipamiento y terminaciones. Un ejemplo de ello, lo han provisto las situaciones de emergencia que han requerido de esfuerzos públicos y privados para la reconstrucción. En el caso del terremoto de Iquique (2014), la Asociación de Oficinas de Arquitectos colaboró con el Ministerio de Vivienda y Urbanismo en volver a levantar el conjunto Las Dunas 1, desarrollando el masterplan del proyecto y tres opciones distintas de departamentos, en un proceso participativo con los vecinos.
Recientemente inaugurado, considera seis condominios sociales, con accesibilidad universal. Son 480 departamentos de 60 m2 aproximados, algunos de ellos adaptados para el desplazamiento para personas con movilidad reducida, estacionamientos para residentes y áreas comunes. Además, incorporan elementos de eficiencia energética, a través de la instalación de sistemas solares térmicos.
Referente nacional Alejandro Aravena, chileno ganador del premio Pritzker 2016 -considerado el ‘Nobel’ de la arquitectura- puso el foco en el desarrollo de la arquitectura social y la necesidad de los países de hacerse cargo de mejorar el acceso a la vivienda en mejores condiciones de habitabilidad a la población más vulnerable.
Como gesto para demostrar que este desarrollo no tiene por qué ser oneroso, cuatro de sus obras relacionadas con la vivienda social, tres construidas en Chile y una en México, están disponibles para descarga en el sitio web de su oficina Elemental.
Lee la nota publicada en La Tercera.
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