Con una nutrida trayectoria que ha entrecruzado el ejercicio profesional con el desempeño gremial y académico, Alberto Texido se presenta como candidato al directorio de la Asociación de Oficinas de Arquitectos con una propuesta que considera fomentar la calidad de la arquitectura, potenciar los espacios de comunicación y participación, incentivar los concursos públicos y fortalecer vínculos interinstitucionales.
Arquitecto de la Universidad de Chile y PHD en Arquitectura y Estudios Urbanos de la Pontificia Universidad Católica, es también académico de su alma máter donde además encabeza distintas actividades de extensión. Fue editor de Plataforma Urbana, ha sido columnista del diario electrónico El Mostrador y actualmente es Consejero del Consejo de Políticas de Infraestructura. En 2017, fue Presidente del Colegio de Arquitectos e integró el Directorio Nacional como past president hasta el año pasado.
En esta entrevista profundiza en su interés por participar de la AOA y plantea su mirada sobre el valor de la asociatividad, los desafíos que enfrentaremos ante la ciudad post pandemia y el ejercicio de una arquitectura de calidad.
¿Hace cuánto decidiste asociarte a la AOA y por qué? ¿Qué valor le ves a pertenecer a esta organización?
Ingresamos en 2011 con Biourban, donde soy socio junto a Manuel Novoa. Después del terremoto de 2010 nos unimos para participar en los procesos de reconstrucción que nos permitieron desarrollar el proyecto de vivienda social Monseñor Larraín en Talca. Fue una propuesta donde llevamos calidad arquitectónica y criterios medioambientales a nuevas viviendas sociales que estaban mejorando su estándar de diseño y condiciones bioclimáticas.
La participación en instancias como AOA y el Colegio de Arquitectos implicaban una oportunidad de reflexión y de búsqueda de espacios de discusión que permitieran abordar propositivamente la buena arquitectura, estableciendo criterios unificados y colectivos dentro de la disciplina, con el sentido de buscar calidad en el diseño de los proyectos, en instancias como la vivienda social, los espacios públicos, la infraestructura -dado los vínculos que yo había tenido con la Dirección de Obras Portuarias del Ministerio de Obras Públicas, donde he continuado asesorando en estudios y proyectos- y también en el ámbito académico, donde el ejercicio de la arquitectura y su calidad es una discusión periódica.
¿Por qué decidiste dar un paso más activo en la organización y postularte al directorio?
Ingresar al directorio de AOA lo percibo como una oportunidad de debatir y proponer sobre el fomento de la buena arquitectura y de la normativa que la permita, complementariamente al actuar académico y desempeño profesional: que en mi experiencia se ha relacionado con el diseño de infraestructura pública, vivienda colectiva, social y particular y esas condicionantes de espacio público que también están preferentemente vinculadas a bordes, riberas y costas.
Poder ser parte de la discusión sobre mejor arquitectura ante organismos públicos y privados siempre parece una situación interesante, que la veo bien complementada con el actuar académico, pero también con el ejercicio práctico de la profesión. Me parece que son interacciones necesarias: teoría sin práctica y práctica sin teoría son espacios de permanente mejora.
Creo que la participación en AOA puede ser colaborativa en esa conversación entre pares, en esa búsqueda permanente.
Fuiste presidente del Colegio de Arquitectos y en tu candidatura está como eje conservar y fortalecer vínculos interinstitucionales ¿Por qué crees que es importante la asociatividad y cuáles son los principales desafíos para el sector que avizoras en este ámbito?
Hace unos años participé del Colegio de Arquitectos y su directiva, donde intentamos resolver un problema administrativo interno que implicó un esfuerzo importante por darle subsistencia económica a una organización que pasó de la obligatoriedad al voluntariado y que debe continuar superando esa problemática de asegurar su subsistencia para poder, también con ello, refortalecer su capacidad de aporte a la discusión sobre la arquitectura desde las y los profesionales que la ejercemos.
El vínculo entre el Colegio de Arquitectos y la AOA siempre lo percibí como alianza natural, se trata de dos organizaciones que han de trabajar juntas por el fomento de la arquitectura.
Así lo hicimos en la XX Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile “Diálogos Impostergables”, que se realizó en 2017, con un resultado que incitó al debate y nos permitió hablar de arquitectura ante las entidades públicas y la comunidad, además de incitar nuevas conversaciones desde lo que estábamos reflexionando respecto de la calidad de los proyectos públicos, pero también aquellos privados que tenían posibilidad de ser discutidos en la búsqueda de mejores condiciones para resolver el problema basal y también intentar generar menos impactos y más oportunidades de desarrollo.
Esto toma más sentido si analizamos la arquitectura y los proyectos públicos como parte del debate por una ciudad más equitativa donde, a través de las propuestas que generamos, vamos también construyendo una totalidad. Ese rol del edificio en el conjunto es también parte del actuar disciplinar en comunidad y, por eso, los espacios de la AOA y el Colegio, junto a otras entidades que actúen en forma conjunta, nos permitirán posicionar posturas más claras y fuertes.
En el contexto de crisis y definiciones en que se encuentra el país actualmente, ¿qué importancia le ves a potenciar los espacios de comunicación, participación y opinión, que pusiste en tu propuesta, y cómo crees que pueden fortalecerse?
La crisis social, económica, ambiental y sanitaria que vivimos hoy nos fuerza a revisar lo realizado y a encontrar maneras de hacer proposiciones para aportar en resolver las problemáticas del país.
La lógica de ser ciudadanos activos y, en nuestro caso, como grupo especializado en términos de arquitectura y construcción de los espacios que cohabitamos, claramente incita a que tengamos una posición respecto del fomento de la mejor ciudad.
Está claro que hay urgencias respecto a salud, educación, pensiones, transporte, y descentralización, pero luego se instalará el debate de la vivienda bien diseñada y emplazada y de la ciudad equitativa distribuida a lo largo del territorio, las oportunidades y bondades que proveen proyectos bien diseñados, en espacios bien planteados. Eso nos permitirá una reconstrucción de confianzas y de espacios que vayan acompañando a esa sociedad más equitativa que se pretende. Tenemos una gran oportunidad, a través de la arquitectura, de buenos proyectos y de coordinación de entidades que hoy funcionan de forma separada, para participar con claridad en esa búsqueda de objetivos comunes.
En tu propuesta está fomentar la calidad de la arquitectura en la vivienda pública, en la infraestructura, los espacios y edificación pública ¿Crees que es un punto que ha estado al debe en nuestro país? También mencionas incentivar los concursos públicos, ¿crees que ello permitiría mejorar la calidad de la arquitectura ya descrita?
No me cabe duda de que el diseño de proyectos como componentes de un conjunto que actúan sobre un entorno, es inevitable. La arquitectura debe entender esa condición contextual que es física, social, ambiental y hoy tenemos el enorme desafío de superar esas problemáticas.
Por lo tanto, la discusión de lo público que hoy está en crisis se puede abordar incentivando esa comprensión y así ayudarnos a generar las condiciones para desarrollar mejores proyectos y oportunidades de intervención que se planteen resolver estas deudas.
Esto no es excluyente del ejercicio profesional privado; pero sí una búsqueda, donde esas oportunidades de hacer propuestas y transformación puedan ayudar a resolver gran parte de estos desencuentros que hemos visto en la inconducente destrucción de nuestros espacios públicos y edificios patrimoniales.
En cuanto al tema del fomento a concursos públicos, estamos en interacción con el Estado y también a veces con el mundo privado. Sabemos que el ejercicio profesional sometido a este tipo de instancias permite incentivar la creatividad y búsqueda de las mejores ideas para resolver estos problemas complejos del habitar. También es necesario promover la participación de nuevos arquitectos en estos procesos, eliminando barreras que muchas veces los desincentivan.
Con los mejores diseños posibles junto a adecuadas bases, jurados y condiciones, los concursos van a resultar necesariamente en mejores proyectos y eso implica el desafío no solo de plantear ese procedimiento para su búsqueda y eventual materialización, si no también del acuerdo que somos capaces de lograr con los entes públicos. Ellos deben entender que la calidad de los proyectos de arquitectura, urbanismo y ciudad son una manera de hacernos participar de manera especializada, como ciudadanos activos en esa construcción de ciudad.
Por lo tanto, corresponde un seguimiento también de esos acuerdos para que los concursos puedan ir avanzando desde el debate previo, hacia la resolución del problema y su materialización posible e inmediata. Así, a través de una acción clara y unificada de quienes ejercitan la arquitectura y pretenden sumar aportes, podemos lograr nueva y mayor utilidad en nuestro quehacer, pero también en una sociedad que requiere de esa calidad que las oficinas de arquitectura chilenas, en el nivel que han alcanzado, han podido generar y pueden seguirlo haciendo en beneficio de esas ciudades que avanzan en resolver las problemáticas sociales que podemos y nos hemos propuesto resolver.
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