Con una conmemoración marcada por la pandemia por segundo año, fueron más de 1.800 las actividades -la mayoría online-, que se realizaron por el Día del Patrimonio, durante los pasados viernes, sábado y domingo.
En este marco y con un proyecto en trámite para actualizar y mejorar la legislación afín vigente, el subsecretario del Patrimonio Cultural, Emilio de la Cerda, conversó con AOA respecto de los principales alcances de la iniciativa en discusión, el cuidado del patrimonio en tiempos de efervescencia social y el interés que despiertan las actividades relacionadas con la conmemoración en la comunidad.
A propósito del Día del Patrimonio, ¿Cuáles son los principales desafíos que se plantean para protegerlo y proyectarlo en el tiempo? ¿Cómo el despacho de la tan esperada ley podrá colaborar con este objetivo?
Los desafíos para proyectar y enriquecer el patrimonio cultural son de distinto orden, sin embargo, una de las deudas más relevantes es la necesidad de actualizar y mejorar sustantivamente las condiciones estructurales de nuestra centenaria legislación patrimonial. Aunque existe una preocupación e interés creciente de muchas comunidades e instituciones, Chile no cuenta con las herramientas necesarias para proteger de manera efectiva el patrimonio. Y hemos dado un paso clave en la comisión de cultura de la Cámara de Diputados para saldar esa deuda con la aprobación de la idea de legislar el proyecto para una nueva ley de patrimonio cultural. Tras dos años de diálogo, y los aportes de muchos actores, la iniciativa dio su primer paso en el Congreso, lo que representa un punto de inflexión, ya que hace décadas que existe consenso de esta urgencia.
El proyecto permitirá descentralizar y empoderar a las regiones sobre la gestión de su patrimonio a través de la creación de Consejos y Secretarías Técnicas Regionales con carácter resolutivo en la toma de decisiones sobre el patrimonio local. Por otra parte, amplía las categorías de protección al patrimonio material e inmaterial incluyendo archivos, patrimonio mueble e inmueble, paisajes e itinerarios, sitios de memoria, patrimonio arqueológico y paleontológico, entre otros. Asimismo, el proyecto da un salto enorme sumando nuevas herramientas y recursos para la conservación y salvaguardia del patrimonio, además de reforzar las medidas para combatir el tráfico ilícito de bienes culturales. Entre otras medidas concretas se cuentan beneficios tributarios anuales para proyectos de conservación, exención en el pago de contribuciones y, por primera vez, se crea un subsidio al patrimonio cultural para la recuperación y mejoramiento de viviendas, espacios públicos y equipamiento de barrios patrimoniales. La iniciativa implica un esfuerzo fiscal sin precedentes en incentivos patrimoniales: en régimen más de $23 mil millones si solo el 10% del universo posible usa los beneficios.
¿Cómo se puede proteger el patrimonio en estos tiempos de efervescencia social y qué labor tienen las personas en este objetivo?
El patrimonio es dinámico, no estático: su valoración y significado se construye en relación a una generación, una comunidad y los distintos actores que componen la sociedad. Por lo mismo hay muchas capas y factores que influyen, evolucionan e incluso pueden ponerse en tensión. Eso es parte de la esencia del patrimonio, de su dimensión viva que estamos llamados a administrar, preservar y proyectar para las futuras generaciones. Esta concepción implica comprender que al dañar un patrimonio se afecta no solo el bien material, sino a las comunidades que están detrás.
Por otra parte, el patrimonio es un bien común, protegido en un momento determinado por sus valores. Existe un argumento que se ha repetido y que se acentúa en momentos de mayor efervescencia social, que nos parece importante cuestionar: que la historia -y el patrimonio heredado que la refleja- debe medirse con la estructura de valores contemporáneos, frente a los cuales aparece imperfecta y condenable. Al respecto, como generación tenemos también el deber de enfrentar esos procesos con sabiduría, podemos administrar críticamente el pasado y construir sobre éste hacia el futuro. El camino no es borrar con el codo las capas, valores y la historia acumulada sólo por una visión determinada de un momento. El patrimonio puede revisarse y evolucionar de manera constructiva, con diálogo.
¿Qué opinión le merece el interés que genera el Día del Patrimonio en la comunidad, aún en tiempos de pandemia? ¿Cómo cree que puede fortalecerse?
El patrimonio cultural es un ámbito que nos importa cada vez más como sociedad y que ha entrado con fuerza en el debate público. Además, el concepto y la valoración de las comunidades, se ha ido enriqueciendo, apareciendo con fuerza el patrimonio inmaterial. Esto se expresa con potencia en el Día del Patrimonio Cultural, una conmemoración que se ha ampliado exponencialmente, desafiando también en los últimos dos años la pandemia.
Este año hasta el mediodía del domingo ya sumábamos 2.7 millones de visitas estimadas, un gran logro colectivo al servicio de la ciudadanía de muchos organizadores públicos, privados y de la sociedad civil a lo largo de Chile.
Creemos que esta conmemoración seguirá creciendo en su alcance e impacto. Debido a la pandemia tuvimos que abrirnos e innovar en el formato virtual que permitió explorar otras posibilidades, permitiendo a la ciudadanía viajar y conocer los patrimonios de cada región de manera remota. Además, la virtualidad posibilitó que muchos cultores y manifestaciones de patrimonio inmaterial se incorporaran de manera masiva; antes, el formato en general era la apertura de museos y edificios, pero la modalidad mixta diversificó los contenidos, lo que es una tremenda ganancia para esta fiesta cultural.
Con 25 años de historia, nos hemos ganado un espacio importante para la representación de los arquitectos en el debate público y frente a la autoridad. Buscamos tener una voz nítida y respaldada técnicamente, queremos llegar con nuestro mensaje a la opinión pública, y ser capaces de construir una red amplia de vínculos con la sociedad.