“Debemos proyectar a futuro, desde el punto de vista de una arquitectura flexible, permitiendo la multifuncionalidad en la edificación, la que se ajuste y evolucione de la mano de las transformaciones tecnológicas y socioeconómicas emergentes”, sostiene la presidenta de la AOA, Mónica Álvarez de Oro al reflexionar sobre la flexibilidad, transformación y adaptabilidad de la Arquitectura post pandemia.
“Estos puntos implican, directa o indirectamente, modificaciones espaciales en nuestras edificaciones y adaptaciones de uso de ellas, lo que abre una oportunidad y también un desafío a nuestras profesiones, directamente involucradas en ello. Los arquitectos nos debemos hacer cargo de este desafío, el que por cierto no es nuevo en nuestro quehacer, pero que el Covid ha acelerado”, asegura.
En ese sentido, para la presidenta de AOA tales procesos de transformación pueden dividirse en dos: en rápidas adaptaciones a nuevos usos y en procesos de rehabilitación adaptativa de largo plazo. En el caso de los primeros menciona como ejemplos el Centro de Convenciones Espacio Riesco, convertido en Hospital de Campaña en pocas semanas; y diferentes hoteles de turismo transformados en residencias sanitarias.
“Sin embargo -agrega-, son los segundos en los que queremos enfocarnos, en los procesos de rehabilitación adaptativa a largo plazo, procesos que ni a arquitectos ni a ingenieros son ajenos y, donde contamos con vasta experiencia a lo largo del tiempo. Desde hace siglos venimos rehabilitando edificios, en su mayoría patrimoniales, frente a obsolescencias funcionales, falta de mantenimiento y abandono, y subutilización de los mismos”.
Cambio climático
A su juicio, si bien hoy las sociedades se ven enfrentadas a la pandemia, dentro de poco el cambio climático será tema prioritario: “Ahora nos vemos en la necesidad de rehabilitar no sólo edificios patrimoniales, sino todo tipo de edificios los que deberán adaptarse a nuevos usos. Desprendiéndose de estos procesos, beneficios socioculturales, económicos y ambientales al mantener estructuras existentes en uso”.
Por ello, considera que “reutilizar un edificio existente es, ante todo, una decisión ambiental, que nos permite minimizar el impacto energético asociado a nuevas construcciones. Hoy vemos la necesidad de reconvertir edificios de oficinas y hoteles en viviendas, modificar edificios de vivienda permitiendo nuevos usos, estacionamientos subterráneos convertirlos en dark stores y muchos ejemplos más”.
Por último, concluye que “todos estos nuevos y antiguos desafíos de reconversiones y adaptabilidad, recaen en nosotros, arquitectos e ingenieros, profesionales de la construcción, y está en nuestras manos tomarlos como una obligación y de manera responsable, y los invito a reflexionar en cómo enfrentar este desafío”.