11 de noviembre de 2024

Arquitectura y ciudad:

Medellín y nuestras ciudades

Gonzalo Mardones Viviani. 

Arquitecto AOA.

Publicado en El Mercurio 

Escribo esta columna desde Medellín, luego de asistir a una reunión de arquitectos, diseñadores y urbanistas, a propósito de la inauguración de Nobilia-Medellín. Hace algún tiempo escribí desde Madrid con ocasión de la semana de la Arquitectura y de la ciudad organizada por el ejemplar COAM / Colegio de Arquitectos de Madrid, sobre el cómo la bellísima capital de España se ha transformado en una de las ciudades más atractivas del planeta. ¿Qué nos enseña para nuestras ciudades, la ejemplar Medellín?

Medellín es hoy una de las ciudades más atractivas de Latinoamérica, un ejemplo único en el mundo de una sociedad que decide la transformación y la experimentación urbana desafiando la desigualdad, la violencia y el conflicto urbano mediante una importante inversión reimaginando los espacios públicos de bien común en todos los barrios y priorizando los de mayor marginalidad.

Esta gestión magistral debiese estar en la agenda de todos los poderes del Estado y ser un tema central de nuestra política, dado su ejemplo del cómo es posible transformar una ciudad mejorando la vida de todos sus habitantes.

El ejemplo de Medellín es emocionante, es contemporáneo, pero fiel a sus tradiciones, y es respetuoso y acorde a su propia atmósfera y a su paisaje entre valles y montañas.

Es apasionante observar cómo pasa en pocos años de ser la ciudad de las tres íes, a saber; invivible, insegura e inhóspita, y donde lo propio de Medellín era no tener lugares seguros y de bien común, a transformarse -mediante la buena política junto a la buena arquitectura con buenos proyectos y una serie de acuerdos- en una “ciudad parque”.

Proyectos y obras que que ha hecho de la resiliencia su mayor capacidad, logrando una comunidad vital capaz de develar la belleza necesaria para quizás una de las mayores creaciones humanas a saber; la ciudad.

Una Medellín que da cabida al bienestar urbano de la gran mayoría de sus habitantes. Recién en la década de los 80 y luego de una larga crisis urbana donde reinaba la violencia, el narcotráfico, la falta de empleos y la pobreza extrema debido a las malas políticas públicas logra un milagroso y laborioso vuelco, lento, pero brillante, que permitió luego de largas gestiones la primera y genial idea de la operación “Metro de Medellín”, que luego origina un sistema coordinado de transporte público eficiente y masivo.

Posterior a esta operación, y con un principio no fácil, se inicia a partir de un trabajo colectivo un proceso estratégico que permitió grandes transformaciones y un proyecto de ciudad ejemplar. Primero una consejería presidencial, luego los llamados núcleos de vida ciudadana en todos los barrios junto a foros de alternativas de propuestas urbanas y a un plan estratégico.

Ahora, frente a la dramática situación que vivimos, es esencial e importante que nuestros políticos de una vez por todas caigan en la cuenta de la importancia de las ciudades. Si no generamos ahora ideas y proyectos de ciudades coherentes con su territorio, con liderazgos potentes y con capacidad de acción de lograr consensos, seguiremos de mal en peor y estaremos heredando a nuestros hijos lo peor de ellas, pudiendo haberlas rescatado a la manera de estas dos ciudades antes citadas.

Medellín y Madrid nos enseñan que lo primero y más urgente es la creación de espacios públicos en todas las comunas de nuestras ciudades, en todos los barrios para compartir y convivir con cultura, con árboles y con una figura urbana que nos permita gozar y respirar; con mujeres, hombres y niños felices, y con gobernantes que permitan este sueño tan fácil de alcanzar con voluntad política y con la participación de todos.

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