Arquitectura y urbanismo post pandemia
Por Ignacio Hernández
Presidente de Archiplan y pastpresident de la AOA
La Segunda
Hace unas semanas, Concepción fue el escenario de la ‘Trienal Sur del Mundo 2021: ciudades humanas’. Su preinauguración, organizada por CHC, convocó a decenas de arquitectos y expertos en urbanismo que, con una mirada post pandemia y conciencia del imperativo de la sostenibilidad, compartimos —además de un recorrido que relevó el valioso patrimonio de la ciudad— reflexiones y propuestas en torno a la necesidad de contar, precisamente, con ciudades más humanas.
En este nuevo enfoque, los planteamientos mostraron un objetivo común: cimentar las nuevas ideas urbanísticas sobre la búsqueda de una ecuación que combine la expansión de las ciudades y la densidad, asegurando la calidad de vida para sus habitantes.
En ese marco, el desafío es mayor si se considera la realidad que enfrentamos: una población creciente, la necesidad de una mejor gobernanza y economías locales más fuertes, que respondan a la demanda por empleo, transporte e integración social. El fin de ambos encuentros fue aportar al desarrollo de la arquitectura y urbanismo, con sentido de ciudades más flexibles, foco en la espacialidad, temporalidad y movilidad. Ciudades que recuperen espacios públicos, más amables, útiles y —sobre todo— más sostenibles, para que podamos concebir una ciudad para el futuro: adaptativa, mitigadora y creadora de buena calidad de vida.
Debemos aprender de la experiencia de naciones que han logrado construir urbes eficientes, que resguardan su historia y donde la gente disfruta vivir. En Chile, debemos preguntarnos: ¿cómo tener ciudades más humanas? ¿Cómo será el diseño post pandemia? ¿Cómo integramos la sustentabilidad, la cultura urbana y la tecnología? ¿Cómo logramos combinar el desarrollo con el resguardo del patrimonio? ¿De qué manera creamos instancias para que las personas, y no solo los expertos, den su opinión sobre cómo deberían ser sus barrios y entornos?
A días de una trascendental elección, estas interrogantes deberían ser parte del debate ciudadano y —entre todos— discutir, con seriedad y respeto, qué políticas públicas implementar para que la arquitectura y el diseño se centren en mejorar la calidad de vida de las personas, en armonía con el medio ambiente. Esta mirada tiene que ser una política de Estado de largo plazo, y así deben entenderlo nuestros líderes.
© Roberto Madera-Arends – Sofía Alonso – Elisa Porley
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