Señor Director:

Este fin de semana celebramos nuestro patrimonio cultural. Días donde se realizarán más de 1.800 actividades de diferente índole con el objetivo de reconocerlo y para lo cual, sin duda, una de las más celebradas son los recorridos, ahora virtuales por la contingencia.

No está de más preguntarse por qué es tan exitosa esta fecha. Estas obras representan nuestra identidad, tenemos un sentido de pertenencia con ellas, el orgullo de sentirlas nuestras e irrepetibles y la sensación de vivir un poco de nuestra historia, sin duda, razones de este éxito.

Con todo, era difícil pensar que se le hiciera daño intencional a nuestra identidad cultural, parte del ADN nacional. Sin embargo, tras el estallido social, se habían vandalizado 233 monumentos nacionales y, tras un catastro del Consejo de Monumentos Nacionales, se registra algún tipo de daño en 940 inmuebles, entre monumentos nacionales y otros que forman parte de zonas típicas.

Sea cual sea la razón de la destrucción -la verdad no hay razón para ello-, el resultado es una cantidad importante de edificios, monumentos y espacios públicos patrimoniales dañados, de los cuales debemos hacernos cargo con la celeridad que merece, condenando claramente su destrucción y menoscabo y tomando un rol activo en su recuperación.

La pérdida de estas obras trae de la mano una ausencia del pasado, lo que resulta en volver a empezar cada vez desde una inmadurez eterna por la pérdida de referentes que redunda en la falta de aprendizaje. Es en el reconocimiento de nuestro patrimonio que podemos entender, aprender y evolucionar. Esto lo lograremos solo poniendo en valor, recuperando y tomando conciencia de la importancia de nuestra historia construida.