La pandemia que nos azota no es democrática y ataca más a los viajeros y turistas, que nos trajeron el contagio sin ni siquiera saberlo. Tampoco es democrática en su gravedad, siendo las personas mayores de 80 años y enfermos crónicos sus principales víctimas. A pesar de nuestra cuarentena, voluntaria o no, estamos sobreviviendo y aprendiendo a ser flexibles, trabajando desde nuestras casas para que el país continúe su camino y desarrollo.
Todo lo vivido después de cuatro meses no habrá sido en vano; seremos más eficientes, los costos en muchas áreas de la economía se reducirán, y habrá que capacitar a muchos para que se integren a este nuevo modo de vida y de trabajo. Esto nos permitirá tener más tiempo con nuestras familias y una mejor calidad de vida. Por algo se dice que no hay mal que por bien no venga.
Con 25 años de historia, nos hemos ganado un espacio importante para la representación de los arquitectos en el debate público y frente a la autoridad. Buscamos tener una voz nítida y respaldada técnicamente, queremos llegar con nuestro mensaje a la opinión pública, y ser capaces de construir
una red amplia de vínculos con la sociedad.