Señor Director:

En tiempo récord, el Consejo de Monumentos Nacionales aprobó el retiro definitivo del monumento al general Baquedano desde el lugar donde fue puesto hace 96 años. Esto es un triunfo para los vándalos que durante el estallido intentaron derribar esta obra maestra de Virginio Arias, además de profanar la cripta del soldado desconocido.

Es, por lo tanto, otra renuncia del Estado ante los violentos, como ocurre cuando se cierran colegios en funerales narco o se clausura un acceso al metro por la delincuencia. Pero el retiro de Baquedano también representa el afán refundacional del Frente Amplio y el gobernador Orrego, que ha llegado al punto de borrar del mapa un hito urbano de enorme significancia para Santiago.

¿Se imaginan algo así con el monumento a Nelson en Londres o el memorial Thomas Jefferson en Washington? Por supuesto que no. Los países serios respetan a sus héroes y entienden que su legado inspira la construcción del futuro de una nación.

Espero que alcaldes y parlamentarios frenen este atentado patrimonial y que el próximo gobierno ponga a Baquedano en su plaza, que fue el lugar escogido por el pueblo de Chile para honrar su gesta en la Guerra del Pacífico. Esa voluntad popular, de casi un siglo, no puede alterarse por los caprichos de un gobierno de turno.