Biministro de vivienda y bienes nacionales
Por Editorial
El Mercurio
El nombramiento del titular de Vivienda y Urbanismo en calidad de biministro a cargo también de Bienes Nacionales debería ir más allá de usa fórmula transitoria y personalizada, y concluir en la pronta fusión de ambas carteras. Incluso podría servir de punto de partida de la tantas veces prometida reforma de la prousa y anacrónica institucionalidad ministerial. Hasta ahora ha ocurrido exactamente lo contrario: se lean aumentado significativamente los ministerios y hay presión para crear adicionales para el deporte, la pesca, el comercio exterior y otras especialidades que no los justifican.
El manejo centralizado bajo un solo ministro de los programas de vivienda y territoriales es razonable: podría facilitar la aplicación de las políticas y la ejecución de gestiones combinadas que resultan del destino de inmuebles fiscales para viviendas sociales. También serviría para agilizar las increíbles demoras burocráticas para el otorgamiento de servidumbres para transmisión eléctrica y para muchos otros actos de disposición de activos fiscales, sean prescindibles o para fines públicos.
La sola dependencia bajo un mismo titular de dos reparticiones que siguen funcionando separadamente es siempre reversible, no aporta la plenitud de las sinergias y subsiste la mayoría de las duplicaciones de funciones, la redundancia de trámites innecesarios y algunos obstáculos sectoriales a las políticas públicas.
Reiteradamente se ha recurrido al nombramiento de bi e incluso triministros, y han surgido planes y expectativas para cura modernización del Estado que reduzca sustancialmente el número de ministerios. Ese proceso supone su fusión y la creación de nuevas subsecretarías (en este caso, una de ciudad y otra para la gestión de los inmuebles fiscales) en una misma cartera. Tales proyectos quedaron como medidas programáticas frustradas, probablemente por indecisión y resistencia de grupos de interés. En el pasado, varios ministerios surgieron por presiones de partidos para la conformación de coaliciones de gobierno.
La proliferación de ministros dificulta su interacción con el Jefe de Estado, agrava las asimetrías entre ellos, debilita al gabinete como instancia asesora y ejecutora de la agenda presidencial, establece superposiciones innecesarias que restan agilidad a las gestiones ministeriales y crea obstáculos y gastos redundantes para el servicio público. La decisión del Presidente Piñera de poner bajo el mando del ministro de Vivienda el Ministerio de Bienes Nacionales es acertada y tendría el mayor sentido si se avanza a la fusión de ambas carteras, iniciando desde ya las medidas conducentes a ese fin.
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