Concursos si, Licitación después
Por Gonzalo Mardones V.
Arquitecto AOA.
CLAPES-UC
Los antiguos tenían razón:
hay que volver a cocinar a leña.
Nicanor Parra
El estado y el sistema de concursos públicos de arquitectura en Chile, hace mucho tiempo dejó de considerar a la arquitectura como una disciplina tanto conceptual como constructiva. Hoy se llama a licitación y no a concursos de ideas, como se hace en prácticamente todo el mundo y como se hizo históricamente en Chile, lo que ha permitido obras paradigmáticas en viviendas, educación, deportivas, culturales y de diversos destinos reconocidas en el mundo entero durante décadas en todas partes. Lo anterior es grave ya que supone elegir un proyecto solo desde lo cuantitativo, dejando de lado lo cualitativo. Equívocamente se pone como prioridad los costos y tiempos de ejecución, valorizando mínimamente (cuando se hace) la calidad de la arquitectura. Lo lamentable de lo anterior es que este sistema no considera que un buen proyecto de arquitectura puede y debe ajustarse a menores costos, es decir, por prejuicios se deja de lado el lado conceptual.
El sistema imperante de licitaciones existentes hoy tiene falencias, las que, además de no considerar a la arquitectura, pone a los arquitectos/as en una situación extrema de tener que resolver en poco tiempo no solo la idea fuerza del proyecto, sino también el desarrollo de este, sus ingenierías y especialidades transformándolo en un empresario que maneja los contratos de proyectos de otras especialidades, más que en un experto en su materia; a saber, la arquitectura. Todo ese esfuerzo inútil cuesta muy caro al país y muchas veces no permite elegir a los mejores proyectos.
La buena noticia es que no es necesario inventar nada nuevo, el sistema anterior ya funcionó en nuestro país y funciona en prácticamente todo el mundo culto. La arquitectura tiene su tiempo, que no necesariamente es largo. Es necesario entender que, si cuantitativo es importante, también lo es lo cualitativo. Solo basta con retomar el curso de los concursos de ideas, no de las licitaciones y podremos de la manera que lo realizan los países cultos, tener mejores obras a mucho menos costo para el país y para las instituciones. Leamos a don Nicanor.
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