El Decano de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos, Mario Ubilla, presidio la ceremonia de donación del arquitecto Enrique Browne al Archivo de Originales FADEU, la cual se realizo el día 25 de agosto a las 13.00hrs. en el Salón Sergio Larraín G.-M., en el Campus Lo Contador de la Pontificia Universidad Católica de Chile, ubicado en El Comendador 1916 – Providencia.
Esta ceremonia culmina el proceso de investigación y recopilación de la información del material que ha sido donado por Enrique Browne, y que fue liderado por la profesora de la Escuela de Arquitectura Gloria Saravia.
El archivo consta de planimetría como los documentos teóricos y croquis de estudio, que hacen alusión a los cuatro temas trascendentales que han caracterizado su obra: Arquitectura y vegetación; Arquitectura, tierra y geografía; Arquitectura y luz; y Arquitectura y agua. En la siguiente reseña, la profesora Gloria Saravia explica la donación, y entrevista al destacado arquitecto.
El material y la documentación recopilada, destaca el ámbito académico, teórico y profesional de Enrique Browne Covarrubias a partir de sus estudios iniciales en la Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Chile, como también posteriormente en el extranjero. Reconocidos arquitectos de su época de estudiante, como por ejemplo los arquitectos y académicos Sergio Larraín García Moreno PUC Chile y Kevin Lynch MIT USA, serán claves en su proceso de formación. Considerando un rango de tiempo definido entre 1965 y 2010, se establecen como hitos en su carrera profesional su titulación como arquitecto y el reconocimiento recibido como Premio Nacional de Arquitectura en el año 2010.
Cada documento es reflejo de los contactos que se establecen a lo largo del tiempo con arquitectos extranjeros y también nacionales, destacando su capacidad de generar relaciones profesionales con gran amistad, generosidad y dedicación por su oficio. Se evidencia, además, a través de su correspondencia y escritos, el continuo valor que entrega a su territorio y al paisaje latinoamericano; temáticas que consecuentemente se verán reflejadas en su arquitectura. Claro ejemplo de esta preocupación por Latinoamérica es la creación y desarrollo del Taller América en asociación con Sergio Larraín García Moreno y Cristián Fernández Cox, propuesta que durante sus primeros años refleja este interés fundamental de reflexionar sobre una arquitectura apropiada a América Latina; es decir en relación con sus raíces y tradiciones arquitectónicas, asociadas a una vegetación, clima y cultura particulares. Estas temáticas serán revisadas en múltiples seminarios de arquitectura latinoamericana, destacando prolíficos resultados que surgen de estos encuentros, y también su amistad a lo largo del tiempo con arquitectos, teóricos y otros como Eladio Dieste, Ruth Verde, Rogelio Salmona, Silvia Arango y Antonio Toca, entre muchos.
En el avance su obra tomará un camino propio y distintivo, pensada desde la sustentabilidad y la asociación directa con la naturaleza como leit motiv de su propuesta arquitectónica, siendo ejemplo y referencia tanto en Chile como en el extranjero, donde ha participado en múltiples oportunidades como conferencista y profesor visitante, recibiendo el reconocimiento en el ámbito académico y profesional. Reflejo de lo anterior son las múltiples invitaciones a dictar conferencias durante su carrera profesional, destacando así la labor proyectual realizada y la continua transmisión de ideas arquitectónicas.
El cruce de información del material documental, planimétrico, fotográfico y de croquis que establece esta selección, permite una lectura de las ideas fundacionales que guían la totalidad de su obra, donde destacan las propuestas de vivienda (casas particulares) y también los edificios institucionales. La “investigación proyectual” es la clave de su trabajo, donde el proyecto en sí mismo es una propuesta de investigación. De esta manera es siempre el proyecto el que permite descubrir cosas en un proceso continuo de investigación directamente ligado a la obra, que no se agota en la misma obra, sino que sucesivamente, abre caminos para futuras propuestas. Las “casas parrón” iniciales, por ejemplo, sumadas a las cabañas y viviendas, serán campo de una investigación temática en continuo diálogo con la naturaleza que, simultáneamente, será asumida por los edificios en altura, el diseño de muebles y los ejercicios de dibujo (claves de aproximación a cada una de las obras) a lo largo de toda su carrera profesional. Como ejemplo la “doble piel vegetal”, detalle arquitectónico que será fundamental en el desarrollo de su obra, en términos de analizar las ventajas y evolucionar posibilidades innovadoras de trabajar con la vegetación en un determinado clima, a partir del apoyo de un sistema vegetal en continua relación con la propuesta arquitectónica.
De esta manera tanto la planimetría recopilada como los documentos teóricos y croquis de estudio, hacen alusión a los cuatro temas trascendentales que han delineado su obra, en continua asociación con la naturaleza, destacando de esta manera los cruces entre:
La donación adquiere así un carácter transversal, permitiendo principalmente entender un método de trabajo donde el croquis tanto proyectual (de diseño arquitectónico) como aquél asociado al proceso compositivo y creativo (series, dibujos de temas diversos), adquiere gran relevancia en toda la lectura de su obra siendo una guía de selección. Los croquis “proyectuales” son en su mayoría bocetos de simple lectura, además de dibujos marcados generalmente en lápiz grafito (Pentel N9) o tinta, y coloreados con posterioridad. Trazos, numeraciones, algunos cálculos y breves escritos, suelen describir y/o acompañar aquello que se dibuja, cambiando de escala en la medida en que la propuesta exige más detalle. Enrique Browne dibuja con entusiasmo y soltura, eligiendo los colores justos y estableciendo a través del croquis un nexo entre la imaginación y la realidad.
Cada obra construida o propuesta proyectual, es primeramente una idea dibujada múltiples veces e indistintamente en papeles, libretas, o cualquier espacio blanco que entregue la oportunidad de plasmar reflexiones e ideas. Es posible encontrar dibujos en invitaciones, postales, e incluso en pequeños retazos donde se plasman los bosquejos iniciales que en adelante irán consolidándose como cortes, plantas y elevaciones, entre otros. Los croquis llenos de colores fuertes acentúan aspectos que se consideran fundamentales: su pensamiento está en el croquis, que, sin un orden preciso ni tampoco definitivo, resalta con fluidez aquello que va apareciendo como clave en la medida en que se dibuja y reflexiona sobre el proyecto, en un diálogo continuo con el lugar en que se ubica, sus características y su asociación con los elementos naturales.
Aquellos dibujos asociados al “proceso creativo” por el contrario, son dibujos intuitivos y espontáneos, muchas veces con temáticas naturales o figurativos, y no siempre asociados directamente a la arquitectura. Algunos de ellos son aislados, ideas sueltas o inventos, y otros pertenecen a series creativas como son por ejemplo las ‘Sugerencias de las líneas’, nombre dado por Enrique Browne a gran cantidad de dibujos que surgen primeramente de líneas simples y espontáneas, y que sugieren la configuración de formas y figuras definidas. Estos croquis nacen con fluidez y se desarrollan sin un fin preciso, complejizándose en series como un continuo. Muchas de las líneas y formas reconocibles en estas series y también en bosquejos aislados, serán inconscientemente evidencia de proyectos futuros.
Esta selección considera el material impreso existente y dibujos originales, previo al uso de las tecnologías digitales (material de libre consulta en la página web www.enriquebrowne.cl), permitiendo así establecer una asociación directa con la labor que realiza el Archivo de Originales del Centro de Información y Documentación Sergio Larraín García-Moreno FADEU.
Por la investigadora responsable, Arquitecta (PhD) Gloria Saravia Ortiz. Académica Escuela de Arquitectura UC.
ENTREVISTA A ENRIQUE BROWNE NOVIEMBRE 2020
¿Cuáles fueron sus motivaciones de esta donación para el Archivo de Originales, del Centro de Documentación Sergio Larraín García Moreno, de la Facultad de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica?
Esta donación da cuenta de 60 años dedicados al estudio, investigación y ejercicio de la profesión de arquitecto (1960-2020).
Si bien existen algunos períodos o aspectos perdidos (como ser parte de la documentación sobre estudios en el exterior), el material seleccionado con libertad por la arquitecta Gloria Saravia Ortiz da cuenta de un quehacer ligado indisolublemente a la Facultad de Arquitectura de la P. Universidad Católica de Chile. He ahí una de las razones para donar este material al Archivo de Originales de esta misma Facultad.
Donar este material no significa darle carácter de ejemplar en ningún sentido. Pero puede servir para ilustrar de algún modo las vicisitudes, logros y limitaciones de una generación de arquitectos que entró a estudiar la carrera justo cuando, por iniciativa del mismo Sergio Larraín G-M., la Escuela cambió su sede hacia la antigua casona que hoy ocupa en Lo Contador, en el barrio Pedro de Valdivia Norte. Con ello una Escuela que había tomado drásticamente el camino internacional de la modernidad arquitectónica, simultáneamente se asentaba en la tradición construida de un país que pasó de la ruralidad a la urbanidad en forma acelerada. De hecho, la casona- con sus patios, corredores y pérgolas – se mantienen aún como un enclave semi rural dentro de la metrópolis. Si este cruce del Espíritu de los tiempos con el Espíritu del lugar es algo anecdótico o es algo que ha influido en el quehacer académico y profesional de las distintas generaciones post 60 ́, está por verse. Sea como sea, el lugar de estudio tiene eco en mis intentos por fusionar arquitectura con naturaleza, entre otros afanes.
Otros asuntos se entrecruzan. Entre ellos el impacto que puede haber tenido el acontecer sociopolítico del país – Unidad Popular, Dictadura Militar y Retorno a la democracia – en el desenvolvimiento académico de la facultad e, hipotéticamente, en la propia arquitectura producida bajo esas distintas circunstancias. Por otro lado, están las influencias urbano-arquitectónicas extranjeras, como fue el movimiento megaestructural en la década de los 60 ́. Este movimiento contó además con un impulso concreto dentro de la Escuela, a través de Talleres, como el del profesor Imre Halasz del MIT (USA), del cual fui alumno.
Entre los 70 ́ y los 90 ́ se produjo la contrarrevolucionaria influencia del “postmodernismo”, con su vertiente tipológica europea (ejemplificada por Aldo Rossi) y la vertiente norteamericana encabezada por Robert Venturi. Su impacto en el debate intelectual y en las obras construidas en Chile fue grande e inmediato.
Ahora bien, qué tuvo más impacto: las circunstancias sociopolíticas internas del país o la influencia de los vaivenes arquitectónicos externos es otro aspecto que también está por verse de igual forma que otros temas que influyeron en las generaciones post 60 ́. Con todo, mi caso, sumado al de otros, puede dar luces sobre la historia de la Escuela y Facultad y sus derivaciones teóricas y prácticas.
¿Cómo ha sido su vínculo con la Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Cuáles son sus principales recuerdos de su paso como estudiante y profesor en esta Escuela?
Mis vínculos con la Escuela de Arquitectura de la P. Universidad Católica fueron muy intensos durante mis años de estudiante de pregrado. Más que ir a la Universidad uno iba a una especie de hogar paralelo que era la Escuela de Lo Contador. Las actividades en ella abarcaban no solo los estudios teóricos y los talleres, sino también los almuerzos y otras comidas en el antiguo casino y en los mismos talleres, el juego del futbol, las largas conversaciones, etc. Como la Escuela admitía escasos alumnos, todos se conocían y a cada alumno le estaba asignado un espacio de taller que era como el domicilio particular. Se trabajaba y estudiaba ahí, si tenía vecinos ahí, se invitaba a los amigos ahí, se corregían los proyectos ahí y hasta se dormía ahí. Con todo existía una relación casi familiar entre todos y los profesores de Taller eran realmente tutores. El multifacético Sergio Larraín G-M, junto con figuras como Fernando Castillo, Jorge Larraín, Alberto Piwonka, Horacio Borgheresi, Mario Pérez de Arce y otros nos empujaban a buscar la excelencia y a sentir orgullo de ser un estudiante de una especie de tradición arquitectónica familiar. Mas tarde, seguí ligado a la Facultad como estudiante de postgrado y después como profesor del Centro Interdisciplinario de Desarrollo Urbano. Luego, desde 1974, volví a la arquitectura siendo profesor de Taller. Posteriormente, para dedicarme más a mis actividades profesionales, mi participación en la Escuela se hizo más esporádica, pero, aunque no esté en casa, siempre me he sentido parte de la familia de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica. Porque ahí aprendí que ser arquitecto, más que ejercer una profesión, era una forma de vida.
¿Cuáles serían para usted los principales elementos de este Fondo Documental. Pensando en las futuras generaciones, de qué manera el estudio de este archivo puede abrir nuevas reflexiones en la construcción de un discurso disciplinar?
Los elementos de este fondo documental podrían ser vistos como parte de un continuo proceso de aprendizaje. En que el estudio y resolución de un proyecto no es sólo un ejercicio de solución de problemas específicos, sino más bien parte de investigaciones proyectuales a largo plazo sobre diferentes temas en los cuales se insistía una y otra vez. Y en los cuales se iba avanzando de un proyecto a otro, durante toda la vida como arquitecto, en empeños siempre incompletos. Como ser la incorporación de la vegetación en la arquitectura como material de construcción. No existe éxito en este afán, solo logros parciales en medio de muchos errores.
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