El fundador de la oficina es Carlos Maillet Aránguiz , arquitecto de la Universidad Mayor, que, luego de unos años ejerciendo, estudió estrechamente con los Monjes Benedictinos de las Condes durante 4 años, donde pudo conducir sus intereses por las ciencias humanistas de la arquitectura y el arte, referidas a la historia, el cultivo del patrimonio cultural y la filosofía. Como en esta orden monástica la cultura juega un rol muy relevante en la estética, la belleza y el pensamiento occidental, fue muy relevante para su quehacer profesional.
Los primeros proyectos que realizó fueron en la Municipalidad de Quinta Normal con la Plaza de la Cultura de Radal con Mapocho, donde realizó junto a un equipo multidisciplinar gerencia de restauración, inversión pública y planificación de ciudad, desarrollando diferentes ámbitos de la arquitectura y en diversos contextos, tanto públicos como privados y fundamentalmente, desde una perspectiva claramente de la especialización en patrimonio.
En voz de Carlos Maillet, Grupo Praedio nos comparte la historia e hitos.
¿Cuál es la historia de su oficina?
Como al principio trabajamos de forma independiente , fuimos creando una red de colaboradores bastante integral debido a la diversidad de disciplinas que participan en el patrimonio cultural y su arquitectura. Ya en el año 2014 formalizamos estas asociaciones para poder ejecutar proyectos de diseño, pero mayormente, de restauración de edificios patrimoniales. Como principal hito de ese proceso fue la Iglesia de Santa Lucrecia en el Barrio Huemul, obra de Ricardo Larraín Bravo, que nos marcó en la forma y metodología de trabajo y nos abrió un campo de acción en general que hemos podido desarrollar en la arquitectura y ejecución de construcción.
¿Quiénes componen su oficina?
Somos un equipo multidisciplinario y generacional, lo que nos permite abordar encargos de manera integral relativos a la recuperación de patrimonio. Desde el diagnóstico, el diseño, hasta la ejecución especializada de la obra. Encabeza la oficina María Jesús Guridi, socia y directora ejecutiva de Grupo Praedio, es historiadora y Magíster en Gestión del Patrimonio, y es quien dirige cotidianamente la oficina y sus proyectos. También componen el equipo Jorge Domínguez, Ingeniero Civil, con vasta experiencia en patrimonio y planificación de proyectos de construcción e ingeniería y se incorporó recientemente en el directorio Nicolás Fernández, arquitecto UDD quien también es un profesional con experiencia en el ámbito de la innovación y conservación patrimonial. A ellos se suman otros especialistas arquitectos y arquitectas que desarrollan levantamientos críticos, diagnósticos de conservación, proyectos de arquitectura y asesorías para la participación en proyectos del ámbito público o ley de donaciones culturales.
¿Cuál es el sello diferenciador de Grupo Praedio?
Nuestro sello diferenciador es nuestra experiencia muy destacada en factibilidad de manera sustentable y ética, los proyectos patrimoniales tanto públicos (licitaciones, concursos y ley de donaciones culturales) como los privados que requieren eficiencia en el desarrollo de un proyecto complejo. Al ser multidisciplinar la oficina, hemos abordado proyectos en toda su extensión, desde la concepción del diseño arquitectónico hasta la ejecución y en especial, la restauración, con sencillez, elegancia y mucha rigurosidad. Buscamos basar todo nuestro desarrollo en la experiencia ética social que el patrimonio releva en una comunidad, ya sean ciudadanos indirectos tanto como clientes específicos, ya que el rescate no es solo una admiración del pasado o de lo vetusto, sino más bien, es cómo construir patrimonio futuro. Para ello, nuestras áreas de trabajo se enfocan en crear un valor con la obra, buscar materiales nobles, resaltar conceptos identitarios, lograr incidir fuertemente en la cultura y contexto que requiere innovación constante, por ello hemos recibido encargos regionales e incluso desde el extranjero, como por ejemplo desde la Fundación Getty para un Manual de Conservación para del monasterio Benedictino de las Condes que realizamos en conjunto con la Escuela de Arquitectura UDD.
Así, el foco que hemos puesto es en poner en valor el patrimonio futuro, pero a la vez contribuir en crear valor presente, en crear valor de lo contemporáneo desde la selección de materiales que mantengan esos bienes culturales hasta el diseño y metodología de arquitectura asociado al arte.
¿Cuál es la definición principal de la cultura de trabajo de su oficina?
Primero que todo hay una construcción participativa, inclusive dentro de la oficina, donde el crecimiento es colaborativo y altamente calificado. Constantemente nos estamos formando, estudiando, innovando en técnicas contemporáneas y siendo un actor relevante en el ámbito del rescate de patrimonio. Nos interesa integrar visiones, incluir diferencias para mejorar nuestros proyectos y la relación de los clientes entra en ese mismo derrotero con el fin de que los desafíos adquieran sustentabilidad y sean apreciados por los mismos actores siendo parte, en su ámbito, de la definición de patrimonio.
¿Qué visión tiene la oficina de la arquitectura nacional?
Creemos que el arquitecto tiene que ser como un escultor de hábitat. Es decir, el escultor, por analogía, sabe dibujar su proyecto y sabe cómo construirlo. Conoce cada rincón, cada grieta y conoce su oficio. Conoce los materiales, donde se consiguen y cómo se emplean. Conoce cómo exigirle al proyecto porque sabe cómo se ejecuta ese proyecto. Esa diferenciación debería ser propia de la inteligencia del proyectista para que la obra tenga un sustento y coherencia tal que impacte en su entorno. Creemos que el desafío de la arquitectura contemporánea es mejorar ese estándar de conocimiento del oficio, especialmente, en cómo se construye y en conocer cada detalle de una obra que va más allá de ser un “coordinador” de proyectos, sino que, como lo hacían los maestros renacentistas, saber cómo se ejecuta su obra. Uno de los impactos de la arquitectura chilena a nivel mundial es precisamente el conocer y ser un actor relevante en los problemas contingentes, que al estar involucrados en ellos le hacen mirar con mucha más amplitud los desafíos contemporáneos y futuros a resolver.
¿Han tenido experiencias de trabajo en conjunto con otras oficinas nacionales o extranjeras?
El último desafío internacional fue el trabajo con la fundación Getty, para quienes elaboramos un manual de conservación para la Iglesia de los Benedictinos bajo el Grant Keeping It Modern. Conocer las dinámicas internacionales frente a la conservación de edificaciones modernas fue un aprendizaje relevante, sobre todo en el sentido de distinguir las necesidades locales frente a las visiones globales. Nosotros en Chile tenemos realidades muy particulares, que al momento de evaluar el patrimonio y la arquitectura contemporánea nos hacen reflexionar frente a la necesidad no solo de mejorar la cultura arquitectónica, sino aún más, conocer el patrimonio inmaterial que construimos en torno a las ciudades y el territorio natural. Esto quiere decir, que no solo construimos edificios, sino también, debemos saber el cómo impactamos en la cultura local, con sus desafíos sociales tan propios de los signos de los tiempos.
Entre sus trabajos destacados que quieren compartir con el resto de la comunidad AOA está: