Iglesia de Loica de San Pedro: Tesoro Arquitectónico e Histórico en la Región Metropolitana
Por Beatriz Valenzuela van Treek,
Arquitecta miembro de la Asociación de Oficinas de Arquitectos,
Especialista en Patrimonio.
La Iglesia de Loica de San Pedro, ubicada en la Región Metropolitana de Chile, se erige como un tesoro arquitectónico e histórico de gran relevancia en el panorama cultural de la nación. Esta imponente edificación, cuyo origen se remonta a la época colonial, despliega una rica amalgama de estilos arquitectónicos y representa un símbolo icónico de la herencia religiosa y cultural de la región. Además, forma parte de la trilogía de misiones jesuíticas en el Valle Central de Chile.
Como parte fundamental de la trilogía de misiones jesuíticas en el valle central de Chile, la Iglesia de Loica de San Pedro forma un vértice crucial en la red de construcciones religiosas que marcó la presencia de la Compañía de Jesús en la zona. Su construcción data del siglo XVIII y refleja la habilidad de los misioneros en fusionar las técnicas arquitectónicas europeas con elementos de la tradición local, dando lugar a un estilo único que se ha conservado a lo largo de los siglos.
Junto con la iglesia de Petorca y la Iglesia de Alhué, declaradas como Monumento Histórico en 1995 y 1974, respectivamente, forma parte de una trilogía de iglesias fundadas por los Jesuitas en sus misiones.
La Iglesia de Loica de San Pedro ha sido reconocida como Monumento Nacional en 2010, bajo la Ley de Monumentos Nacionales de Chile. Esta protección oficial subraya su importancia cultural y arquitectónica para las generaciones presentes y futuras
La iglesia se destaca por su arquitectura colonial de estilo mestizo. La influencia mestiza se hace evidente en la incorporación de elementos indígenas en la ornamentación, lo que le confiere una identidad distintiva y un carácter verdaderamente chileno.
Está compuesta de dos volúmenes, una nave y un torreón. Su arquitectura posee elementos neoclásicos como el frontón y las pilastras, sobresaliendo su campanario, techado a cuatro aguas. Asimismo, posee un corredor lateral y por el lado se le adosa perpendicularmente su casa parroquial, la que resultó destruida en un terremoto y fue reconstruida conservando su volumetría y expresión. La importancia de esta casa parroquial radica en la definición de un patio delantero, conformando un gran atrio y área de encuentro
Mide 27.50 m de largo, 7.70 m de ancho y 8.20 m de alto. Su techo está creado a partir de Zinc, hecho de álamo, y las costaneras hechas de roble. Las murallas están hechas de adobe con medio espesor, blanqueadas tanto por fuera como por dentro, tiene cuatro ventanas de 2.20 m por 2.40 m y tres puertas.
El interior de la Iglesia de Loica de San Pedro cautiva a los visitantes con su esplendor y solemnidad. Las naves están cuidadosamente diseñadas para maximizar la acústica y la iluminación natural, generando un ambiente propicio para la reflexión y la devoción. Los retablos tallados a mano y los frescos que adornan los techos son ejemplos impresionantes del arte sacro colonial, testimoniando la habilidad de los artesanos de la época.
Este monumento histórico no solo posee un valor arquitectónico y artístico, sino también un significado espiritual arraigado en la historia del país. La Iglesia de Loica de San Pedro ha sido testigo silente de los eventos que han moldeado la región, desde los albores de la colonia hasta los tiempos modernos. La Iglesia de Loica es desde los años ochenta sede del “Encuentro Nacional de Canto a lo Humano y lo Divino”, manifestación religiosa que da cuenta de la evangelización jesuita, pues fue esta congregación la que introdujo el canto en Décimas, expresión sincrética que funde la melodía chilena y el compás español, y que lleva más de 400 años especialmente en la zona central de nuestro país
En resumen, la Iglesia de Loica de San Pedro se alza como un extraordinario tesoro arquitectónico e histórico en la Región Metropolitana de Chile. Su rica fusión de estilos, su valor religioso y su papel en la trilogía de las misiones jesuíticas la convierten en un símbolo trascendental de la identidad chilena. Su preservación y estudio continúan inspirando a las generaciones presentes y futuras a valorar y resguardar la riqueza cultural y espiritual que esta joya arquitectónica encarna.
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