El futuro está aquí y la construcción de alta industrialización, la modular entre otras, es ejemplo de ello. Por esta razón, impulsarla se ha convertido en un interés para la Asociación de Oficinas de Arquitectos, siempre en la búsqueda de nuevas respuestas estratégicas para el ejercicio de la profesión y los dolores de nuestra sociedad, en especial aquellos referidos al déficit habitacional y cuidado del medio ambiente.
A juicio de Ignacio Hernández, Past President de AOA, la construcción modular cuenta con un alto desarrollo en Chile, que se ha concentrado principalmente en los sectores minero, industrial y en la instalación de faenas.
Entre sus características se cuenta la versatilidad, considerando que puede resolver con excelencia las demandas de distintos tipos de destino en proyectos diversos. Además, provee velocidad de producción y montaje; confiabilidad de plazos y valores pactados previamente; reducción de excedentes y escombros en terreno y calidad del producto por desarrollarse en ambientes controlados, con alta estandarización y control de procesos e insumos.
“Su implementación masiva tiene el potencial de contribuir enormemente a la sostenibilidad y reducción de huella de carbono, así como a evitar la contaminación ambiental y acústica”, comenta el past president de AOA en esta entrevista donde revisa sus principales alcances como metodología y los esfuerzos necesarios para potenciarla.
Es muy amplio y diverso, pero en el sector residencial de primera y segunda vivienda (en minería tenemos ya operando grandes “hoteles” en campamentos que son análogos a edificios de viviendas), que aplican tanto edificación en altura como en extensión.
En el mercado de salud, servicios, educación y comercio también tiene un gran potencial, condicionado si al tamaño de los módulos y su transporte.
La construcción modular puede y debe ser parte de la solución al gran déficit habitacional que se ha generado en la última década.
La producción en ambiente controlado (fábricas) versus la producción artesanal “en terreno” que tradicionalmente ocurre en esta industria, conlleva incremento sustantivo en la calidad, así como en reducción de plazos, incertidumbre en costos y problemas de post venta.
Este es un fenómeno universal: es el futuro de la industria no solo en Chile y el sistema modular es una de estas versiones de alta industrialización, probablemente de las más evolucionada y completa.
En el caso chileno, se suma nuestra condición de país maderero, con grandes compañías forestales de categoría mundial cuya implementación masiva tiene enormes ventajas en la reducción de la huella de carbono y alta eficiencia térmica, aunque los sistemas modulares pueden ser también estructurados en materiales tan diversos como el acero y el hormigón premoldeado.
Chile es de los más avanzados en esta industria: la minería ha sido el gran catalizador, por la enorme dificultad que supone construir en altura (sobre los 3.000 y 4.000 mts), las extremas condiciones climáticas de la minería de altura y los estándares de seguridad que dicha industria impone.
Privilegiando e incorporando índices de calidad y eficiencia energética, reducción de escombros, contaminación ambiental y acústica y carbono neutralidad en las metodologías de evaluación y selección de alternativas para usos masivos como la vivienda social.
Hoy tenemos un “costo oculto” que no incorporamos en su evaluación y selección.
Es parte de allá, no la única. En términos genéricos la “alta industrialización” es la solución, ya está ocurriendo en los países más desarrollados de Asia, Estados Unidos y Europa del norte, pero también en Chile.
Le Corbusier citaba, hace casi un siglo ya en la Carta de Atenas (1933):
“Es urgente que la arquitectura, en vez de recurrir casi exclusivamente a una artesanía anémica, se sirva igualmente de los inmensos recursos que le ofrece la técnica industrial, aunque semejante decisión deba conducirla a realizaciones bastante distintas de las que han creado el esplendor de las épocas pasadas”.
Esta cita sigue totalmente vigente.
Creo que los arquitectos tenemos que incorporar desde la génesis de cada proyecto, la elección y adopción de la materialidad y de los sistemas constructivos de alta industrialización para nuestros proyectos, empáticos y respetuosos con el medio ambiente y en este sentido tenemos una gran responsabilidad en la elección y promoción, ante nuestros propios mandantes, de sistemas sustentables y de futuro.
Existe el prejuicio de que la industrialización afecta o limita el diseño, pero el stand de Chile en Expo Milán (hoy retornado y montado en la ciudad de Temuco) del arquitecto Cristián Undurraga o las oficinas corporativas de CMPC en la ciudad Los Ángeles, de los arquitectos Izquierdo & Lehmann, son ejemplo de que ello no es así, por el contrario, ofrecen grandes posibilidades y libertades al arquitecto diseñador.
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