Por José Domingo Peñafiel Edwards
Arquitecto UC
Uno de los fundadores de AOA
Socio Peñafiel Arquitectos
El pasado 29 de abril se presentó en el Campus Lo Contador de la Universidad Católica, el libro “La Ciudad de los Escritores”. El libro constituye un ciclo dentro del programa La Ciudad y las Palabras que lleva más de 15 años de trayectoria. Al lanzamiento del libro asistió especialmente el connotado escritor cubano Leonardo Padura. Ha venido a Chile varias veces desde 1996 y afirmó que el Santiago por el que siente un fuerte aprecio, ya no se parece al de su primera visita. Contó como una primicia, que está a punto de publicar un libro sobre La Habana. Padura expuso un texto escrito especialmente para esta ocasión que tituló: “La Ciudad y el Tiempo”. Esta ciudad es La Habana, fundada en 1519 al borde de una bahía protegida. Relata que la ciudad lo ha vivido todo; prosperidades y miserias. Durante los tres primeros siglos creció mirando al mar. En el siglo XIX comenzó a mirar hacia adentro. El espacio urbano salió de las murallas y fortalezas y surge la producción de azúcar, tabaco y café. En las primeras décadas de ese siglo se alienta y financia una literatura histórica y cultural. Explica Padura que la ciudad prospera y se va construyendo con piedra y argamasa y también con imágenes y con palabras. La Habana de la Belle Epoque reniega de la colonial y aspira a convertirse en la mija del Caribe. En 1913 hay más automóviles en La Habana que en Madrid y en Barcelona juntas. Llegan inversiones estadounidenses. Viejos y nuevos ricos se van a vivir lejos del centro de la ciudad tradicional. La Habana son muchas ciudades en una; se superponen y se devoran unas a otras. 1950 ve llegar la revolución y la ciudad brillante y turbia de los 60 avanza hasta la empobrecida y desvencijada ciudad que es hoy, pasando por la pretendida ciudad socialista, bisagra entre una y otra. La crisis económica iniciada a principios de los años 90 llega con un proceso de deconstrucción de la ciudad. Decadencia física y moral de personajes que se mueven entre las ruinas para sobrevivir. Padura vive en La Habana hasta el día de hoy. Escribe en la misma casa de Mantilla donde nació. Sigue allí porque es donde pertenece y ahí está su lugar en el que habita y escribe. En sus palabras, escribe porque le duele su país y su ciudad. Lo hará hasta que lo expulsen o hasta que se dé por vencido. El país se vacía con tanta gente que se escapa. La ciudad sobrevive a pesar de todos los pesares. Para concluir, Padura dice que en Cuba lo ignoran bastante y sus libros son escasos. Y que nunca ha tenido una militancia política. No es posible condensar en estas líneas toda la riqueza del texto que preparó para esta presentación. Por ejemplo, el proceso de creación de su personaje Mario Conde, que lo acompañó por cuatro novelas de corte policial. Al finalizar, con el auditorio lleno de personas y personalidades, nos quedamos con la imagen de un hombre amable, franco, cordial y simpático, que con entusiasmo respondió preguntas de los asistentes y firmó sus libros con una sonrisa.
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