La pandemia y el teletrabajo produjeron una migración a suburbios que exige una nueva planificación
Por Alberto Texido, arquitecto y urbanista
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La pandemia de Covid 19, su confinamiento y la llegada del teletrabajo: estos factores produjeron que en los últimos dos años proliferaran en Chile loteos en zonas agrícolas e incluso en zonas apartadas, con un medio ambiente delicado. En esta entrevista, el arquitecto Alberto Texido analiza este problema.
El arquitecto y profesor de la Universidad de Chile Alberto Texido destaca que uno de los efectos colaterales que tuvo la pandemia en Chile y el mundo fue el traslado de los habitantes de las ciudades a la periferia e incluso a zonas alejadas de los centros urbanos. La posibilidad del teletrabajo hizo factible una vida más tranquila y saludable en zonas rurales, pero eso también trajo problemas. Este fenómeno en el caso chileno produjo que en los últimos dos años proliferaran loteos en zonas agrícolas e incluso en zonas apartadas, con un medio ambiente delicado: ‘Han proliferado loteos en regiones del sur con bordes costeros, riberas de ríos y lagos que tienen más disponibilidad de agua y están enclavados en sectores prístinos o remotos que, con argumentos ecológicos, desconocen muchos de sus impactos y pueden ir cayendo en la curiosa contradicción de contaminar lo que aparentemente declaran proteger’.
Texido es arquitecto de la Universidad de Chile, director de la Asociación de Oficinas de Arquitectos, doctor en Arquitectura y Estudios Urbanos de la Pontificia Universidad Católica de Chile, expresidente del Colegio de Arquitectos de Chile, editor de la publicación de arquitectura Plataforma Urbana (plataformaurbana. cl o haga clic en https:// bit.ly/3on08Lt) y participó como uno de los autores del libro ‘Chile Urbano hacia el Siglo XXI’ (Editorial Universitaria, 2013).
-¿Cuándo empieza a identificarse la proliferación de estas parcelas de agrado?
– Este fenómeno empezó en la década de los 80, cuando el territorio rural inició subdivisiones en parcelas de agrado, entendidas, entonces, como una unidad mínima de producción agrícola que con el tiempo ha mutado en suelos urbanizados.
-¿Eran de agrado?
-No todas, muchas crecieron precariamente, motivadas por el crecimiento de la población y de las ciudades, que demandan más suelo y viviendas. Esta demanda superó el límite urbano y después de cuatro décadas exige enfrentarla con coordinación interministerial y normativa clara.
-¿Cuáles son las razones que explican el explosivo aumento de los últimos dos años?
-El problema se acentuó con la pandemia, que produjo que más personas optaran por salir de la ciudad. La pandemia y las posibilidades de teletrabajo produjeron una migración a suburbios que exige una nueva planificación suburbana.
-¿La pandemia creo una nueva necesidad?
-Produjo la búsqueda de más espacio y condiciones paisajísticas, lo que ha generado importante crecimiento de parcelaciones en riberas de lagos, ríos. A eso se sumó el loteo de predios agrícolas en zonas de alto interés paisajístico y ambiental.
-¿Qué se hace con este aumento intempestivo de estos loteos?
-Es urgente un nuevo formato de planificación suburbana para reducir los efectos en zonas urbanas y rurales preexistentes.
–¿La legislación vigente no aborda estas situaciones?
-Respecto a la planificación territorial, la legislación chilena reconoce zonas urbanas y zonas rurales, pero no asume formalmente la complejidad de este crecimiento.
-¿Existe un vacío legal en este tema?
-La ‘Política nacional de desarrollo urbano’ intentó hace unos años diseñar una estrategia complementaria de desarrollo rural, pero este trabajo quedó interrumpido. Esto debería ser retomado porque es clave una respuesta política, multisectorial y multidisciplinar. El problema del agua
-¿Cuáles son los principales problemas que genera este fenómeno?
-Son diversos. Hay problemas sociales, dependiendo si corresponden a primeras o segundas viviendas. Temas económicos referidos a la propiedad del suelo. De segregación, porque pueden constituir bolsones que solo agrupan riqueza o pobreza y no contribuyen a integrar grupos en un mismo territorio.
-¿Cuáles son las consecuencias medioambientales?
-Existen diversos problemas medioambientales, estos loteos pueden impactar de manera importante riberas de ríos y lagos vírgenes e inaccesibles, muchas veces expuestos a riesgos. Hay que tomar en cuenta que la ausencia de sistema de alcantarillado puede ocasionar la contaminación de napas. También puede colaborar a la contaminación del aire, considerando el aumento en los tiempos de traslado ante la ausencia de equipamiento vial adecuado.
-¿Esto desordena aún más el territorio?
-En términos urbanos tiene efectos sobre la vialidad y disponibilidad del sistema hídrico. Y un tema importante a tomar en cuenta es que tiene consecuencias directas en la producción de alimentos, pues el suelo que es agrícola no produce alimentos debido a que estás utilizando ese espacio y aguas para otros fines.
-¿Qué pasa con las viviendas sociales?
-Estamos viviendo una importante crisis de vivienda social que requerirá de suelos disponibles bien emplazados, pero que también podrá requerir de intervenciones en suelo rural. Es importante que, en caso de utilización de zonas rurales, las viviendas sociales cuenten con un adecuado emplazamiento que se acompañe de las oportunidades de territorios bien conectados y equipados.
-¿Qué pasa con la ciudades existentes si comienzan a surgir estos loteos en las afueras?
-La ciudad preexistente deben saber hacer intervenciones adecuadas a cada entorno y emplazamiento para lograr una ciudad consolidada que colabore al reencuentro, la colaboración y la equidad. Hay que asumir que la sustentabilidad de las ciudades y territorios es también una oportunidad de resguardar nuestra calidad de vida y la de las generaciones futuras.
-¿Cómo se resuelven o mitigan estos casos?
-Necesitamos una visión sistémica del problema. Hay que tener claro que es insuficiente seguir el camino formal que hemos visto hasta ahora en que las municipalidades aprueban extender planos reguladores, que, por lo demás, muchas veces es más lento que los hechos. Hay que asumir debidamente los costos de las infraestructuras asociadas a estas extensiones de los planos reguladores.
–¿Cómo?
-Hay que controlar y medir esas extensiones urbanizadas, formales o informales. Esto permitirá fijar radios de extensión urbana con territorios especiales e iniciar las tramitaciones administrativas que faciliten su integración. -Es necesario un acuerdo entre lo público y lo privado. -Sí, pero aquí también hay pequeñas agrupaciones informales que, a diferencia de otras formales, no han asumido los costos que generan y tampoco han logrado autosostenerse. Este crecimiento inorgánico trae una serie de costos a la sociedad que alguien debe asumir.
-¿Es posible que estos territorios logren autosostenerse o ser ecológicos como muchas veces se anuncian?
-Estamos hablando de loteos que están en entornos de las ciudades y las zonas urbanas consolidadas. Esto no deben confundirse con los loteos brujos que han proliferado en estos últimos años en regiones del sur y que, porque tienen disponibilidad de agua por estar ubicada en bordes costeros, riberas de ríos y lagos, creen que tienen asegurado el abastecimiento de agua. Son loteos enclavados en sectores prístinos o remotos que con argumentos ecológicos desconocen muchos de sus impactos y pueden ir cayendo en la curiosa contradicción de contaminar lo que aparentemente declaran proteger.
-¿Es falso que sean autosostenibles?
-Y lo preocupante es que los costos de estos crecimientos terminan siendo absorbidos por el medioambiente y por la sociedad completa que debe resolver sus impactos que, en muchos casos, no son resueltos por quienes los causan y generan.
-¿Es urgente detener esta proliferación de loteos?
-El tema es más complejo, lamentablemente, prohibir no soluciona el problema, pero tampoco lo soluciona mantener las cosas como están. Es importante asumir intersectorialmente una nueva regulación de estos territorios intermedios, que ante su proliferación desregulada generará nuevos impactos y costos que podríamos evitar si los asumimos preventivamente.
-¿Mucho tiempo sin hacer nada?
-La legislación prohíbe, expresamente, que estos predios rústicos tengan fines habitacionales, pero llevamos más de cuatro décadas conviviendo con ellos. Tras la pandemia han solo proliferado estos loteos, eso hace urgente que los diversos actores e intereses involucrados se hagan cargo.
-¿Qué medidas podrían empezar a tomarse?
-Hay que empezar categorizando los tipos de subdivisiones que existen en legales e ilegales. Luego medir sus impactos viales, hídricos, de viajes, para que el urbanismo, la agricultura, el medioambiente y las infraestructuras, con sus respectivos ministerios, establezcan criterios para su ordenamiento presente y futuro. -Esto implica un cambio grande en la planificación de nuestras ciudades.
-Llevamos tiempo debatiendo sobre la necesidad de administrar mejor los territorios comunales. Se han dado pasos con la representatividad de la autoridad regional, pero aun sin atribuciones sobre territorios metropolitanos ni presupuestos descentralizados que faciliten la toma de decisiones, los planes y las posteriores obras. Esto exige equipos técnicos idóneos para estudios, diseños, construcción y operación.
-¿Estamos en un punto crítico?
-La crisis social, sanitaria y ambiental suman urgencias que obligan a una actualización permanente de los instrumentos. Es un gran desafío lograr una mejor convivencia y ser más sustentable.
El arquitecto y profesor de la Universidad de Chile Alberto Texido destaca que uno de los efectos colaterales que tuvo la pandemia en Chile y el mundo fue el traslado de los habitantes de las ciudades a la periferia e incluso a zonas alejadas de los centros urbanos. La posibilidad del teletrabajo hizo factible una vida más tranquila y saludable en zonas rurales, pero eso también trajo problemas. Este fenómeno en el caso chileno produjo que en los últimos dos años proliferaran loteos en zonas agrícolas e incluso en zonas apartadas, con un medio ambiente delicado: ‘Han proliferado loteos en regiones del sur con bordes costeros, riberas de ríos y lagos que tienen más disponibilidad de agua y están enclavados en sectores prístinos o remotos que, con argumentos ecológicos, desconocen muchos de sus impactos y pueden ir cayendo en la curiosa contradicción de contaminar lo que aparentemente declaran proteger’.
Recuadro
‘Chicureo es un caso para ver los efectos de los grandes tiempos de traslado, la contaminación, la ausencia de oportunidades’
-¿Cómo ha funcionado Chicureo, un caso de urbanización de terrenos agrícolas?
-Chicureo tiene mucho de la idea de crear ciudades periféricas, pero la dependencia que existe de Santiago terminó exigiendo traslados y dependencias que no se resolvieron internamente.
-¿Cómo?
-Las zonas urbanas de desarrollo condicionado permitieron la urbanización de sectores rurales con la intención de resolver, por sí mismas, sus impactos y generando infraestructuras viales, verdes e hídricas que dieran autonomía al sistema.
-¿Y se logró? -En algunos casos eso funcionó, pero también hubo algunas ideas que, en el tiempo, se desconfiguraron.
-¿Cuáles?
-La idea de crear ciudades periféricas con integración social.
-¿No hubo integración social?
-En sus orígenes, cuando se autorizaron estos proyectos se planteó como condición la integración de diferentes sectores sociales, pero se terminó con bolsones socioeconómicos muy homogéneos.
-¿Chicureo es un buen caso de estudio a tomar en cuenta para la planificación de estas nuevas zonas urbanas que han surgido en el último tiempo?
– Chicureo es un caso interesante para ver los efectos de los grandes tiempos de traslado, la contaminación, la ausencia de oportunidades. Estos son temas que si no se manejan correctamente pueden afectar la sustentabilidad urbana y también suburbana.
‘Es urgente un nuevo formato de planificación suburbana para reducir los efectos en zonas urbanas y rurales preexistentes’ Alberto Texido.
Periodista
JUAN DIEGO MONTALVA.
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