Lecciones Escandinavas
Por Ignacio Hernández
Presidente de la Asociación de Oficinas de Arquitectos.
Revisa la nota publicada en el sitio del Consejo Nacional de Desarrollo Urbano aquí.
Foto: Plataforma Arquitectura
Durante el mes de octubre pasado, una delegación de la AOA compuesta por 29 arquitectos miembros de nuestra asociación, tuvo la oportunidad de conocer las ciudades de Copenhague, Oslo y Estocolmo y, además, visitar ocho oficinas escandinavas destacada a nivel mundial.
¿Qué diferencia a las ciudades del norte de Europa de sus pares de América, Asia, Oceanía y África? Sus escalas y códigos urbanísticos, que las convierten en ejemplos inspiradores para nosotros, los encargados de pensar las ciudades. En ese sentido, las lecciones más relevantes que obtuvimos tienen que ver con su visión y los desafíos que quieren implementar.
Vamos primero con la visión. Los nórdicos tienen muy claro cuál es el valor la ciudad y su espacio público, así como cuánto impacta en sus ciudadanos los elementos y sujetos que determinan la calidad de vida. Así, identifican cinco desafíos claves para el desarrollo de sus ciudades: crecimiento poblacional, transporte, empleo, gobernanza y finanzas.
Allá tienen claro que la población global, especialmente la urbana, seguirá creciendo, y que las ciudades tienen que dar una respuesta satisfactoria a este fenómeno; deben acogerlo y resolverlo con excelencia, pues las ciudades no le pertenecen exclusivamente a sus actuales habitantes, también deben acoger también a aquellos que aspiran a migrar a las ciudades mas atractivas.
Asumen que el transporte es fundamental, pero han invertido el orden de las prioridades; tienen primero al peatón, luego al ciclista, después el transporte público y por último, el transporte privado (automóvil). Ese, para nosotros, es el orden ideal de la estructura de transporte. Esto requiere infraestructura adecuada y transporte público de excelencia. En ese sentido, saben que la cantidad, calidad y cercanía de la gente con sus empleos es fundamental, pues es ese aspecto el que motiva a la persona a migrar o permanecer en las ciudades. Porque las ciudades son generadoras y fuentes de empleo, y deben competir por atraer inversión y población.
Aquí nuestro principal desafío: los nórdicos tienen una gobernanza, institucionalidad y cultura de colaboración e integración admirable, que debemos emular; la ciudad la construimos todos y los escandinavos han desarrollado una gran cultura de colaboración Público – Privada (estado, municipios, arquitectos, urbanistas, inmobiliarias, constructores, comerciantes, gremios empresariales, etc.) y, también, una gran cultura de colaboración Público – Público ( Estado, municipio, compañías de servicio publico, metro, ferrocarriles, salud, educación, etc.) que alineados en los cinco fundamentos anteriores, facilitan y potencian el crecimiento armónico de sus ciudades.
Si nosotros logramos integrar estos sectores armónicamente, habremos dado un salto gigantesco en términos de la velocidad y calidad con la que nuestras ciudades se desarrollan. Porque hoy, la falta de sinergia, de velocidad y eficiencia que desgasta hoy nuestra anticuada y obsoleta institucionalidad, especialmente para la gobernanza de las metrópolis o ciudades multicomunales, sólo nos obliga a pensar en la ciudad que pudimos ser, y no en la que somos.
No es lógico ni sano que el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, la Contraloría General de la República, los municipios, las inmobiliarias, los arquitectos, las juntas de vecinos, las grandes obras del Metro o trenes urbanos como el Merval, el BioTren, los centros comerciales, los hospitales u obras portuarias, solo por mencionar algunos actores relevantes de la cuidad, resuelvan sus discrepancias con una frecuencia creciente en tribunales y nos miremos unos a otros con recelo, sospechas, o acusaciones de intrigas o abusos.
La ciudadanía ya no solo demanda soluciones habitacionales para los mas desposeídos o vulnerables, sino más y mejor ciudad para todos. La clase política, académica, empresarial y profesional debe responder prontamente a esta demanda, y el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano tiene, como órgano consultivo, una enorme responsabilidad y oportunidad de contribuir a la integración armónica de todas estas miradas, pues nuestros ciudadanos nos lo exigen, y los arquitectos y urbanistas tenemos una obligación con la gente de aportar desde este privilegiado espacio.
Con 25 años de historia, nos hemos ganado un espacio importante para la representación de los arquitectos en el debate público y frente a la autoridad. Buscamos tener una voz nítida y respaldada técnicamente, queremos llegar con nuestro mensaje a la opinión pública, y ser capaces de construir una red amplia de vínculos con la sociedad.