17 de junio de 2024

Punto de Vista

Misión Iglesias del altiplano

Por Klaus Georg Benkel Opitz

Socio de BL Arquitectos.

Altiplano

Después de una rápida visita al complejo turístico de Vila-Vila en las cercanías de Codpa (1.850m.s.n.m), cuyas cabañas de piedra y adobe están siendo construidas según las recomendaciones y enseñanzas de la Fundación Altiplano, enfilamos valle abajo para llegar a la localidad de Ofragia, donde nos maravillamos con una muestra espectacular de petroglifos que dan testimonio de que estos lugares remotos han sido habitados por cientos de años, y por acá pasaban las caravanas de comercio entre los pueblos asentados en la costa y los del altiplano.

Acá abandonamos el valle de Vitor para adentrarnos en una quebrada secundaria que trae agua sólo en la época de lluvias en el altiplano, por lo que no hay indicios de una explotación agrícola permanente. Después de algunos kilómetros el camino deja el fondo de la quebrada y se eleva hasta alcanzar la meseta del que constituye el Desierto de Atacama.

Después de un recorrido que nos toma un buen rato pero de apenas un poco más de veinte kilómetros llegamos al poblado de Timar, situado, al igual que las localidades visitadas con anterioridad, en el fondo de la profunda quebrada de Garza, donde baja un riachuelo que permite regar el valle convirtiendo el sector en un vergel. Timar queda a 2.373m de altura sobre el nivel del mar.

Timar se organiza como una especie de poblado lineal a lo largo de una única calle, y que remata en una plazoleta delante de la pequeña iglesia dedicada a San Juan Bautista. Acá, y gracias a la coordinación previa de la Fundación Altiplano, nos reciben los representantes de la comunidad, que se toman el tiempo para abrirnos la iglesia, para contarnos parte de la historia del lugar, e incluso para entonar algunos cánticos religiosos con nosotros, aunque nuestra colaboración en esta materia fue más bien nula, quedando el peso de la tarea en las voces de dos o tres señoras que se las arreglaron para hacer distintas armonías.
Después de “cantar” fuimos agasajados con unos vasos de jugo de tumbos y una cesta de frutos y verduras del lugar, pero no sin antes lograr, con un fuerte incentivo de Cristián Heinsen, director de la Fundación Altiplano, nuestro compromiso a colaborar en la recolección de fondos y a participar activamente en la preparación de adobe para una futura reparación de las fachadas del templo. ¡Ya estamos esperando esa misión!


Saliendo de Timar comenzamos un trayecto de un poco menos de cincuenta kilómetros y una subida de 800 metros para alcanzar la iglesia de la Virgen Asunta de Tignamar Viejo (3.230m.s.n.m), situada a unos 600 metros de la plaza del actual poblado de Tignamar.

El antiguo poblado de Tignamar estuvo localizado junto al lecho del río del mismo nombre, y fue arrasado por una crecida el año 1959, por lo que se decidió trasladar el poblado a un sector más alto, manteniéndose sólo la iglesia y el cementerio en su emplazamiento original. Esta historia le da una característica especial a este templo, ya que se encuentra completamente aislado en el paisaje, e inserto en un bosquecillo de gigantescos eucaliptus, por lo que es muy fácil olvidarse del entorno e imaginarse que se está en algún lugar del valle central de Chile.

Junto a esta iglesia del siglo XVII/XVIII, y con un portal policromado del siglo XIX nos esperaba un rico y variado picnic junto con unos selectos vinos, lo que nos dio ánimos y fuerza para lo que nos esperaba. Pero esa es otra historia.

*Las opiniones expresadas en la sección punto de vista son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan, necesariamente, el pensamiento de la Asociación de Oficinas de Arquitectos.

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