Punto de Vista – La ciudad y el plebiscito
Por Gonzalo Mardones V., miembro honorario del American Institute of Architects (AIA) y fundador de la Asociación de Oficinas de Arquitectos, y Gonzalo Mardones F., miembro de AOA.
“Hay una grieta, una grieta en todo.
Así es como entra la luz”
Leonard Cohen
Este año murió el destacado urbanista brasilero Jaime Lerner, quien pregonaba que la ciudad no es el problema, si no la solución. Lerner fue brillante en sus planteamientos para varias ciudades en donde sus intervenciones y propuestas permitieron un desarrollo rápido, económico, sostenible y ejemplar. Sus ideas en torno a la priorización del transporte público por sobre el automóvil fueron decisivas para el desarrollo de Curitiba, la que fuera su ciudad natal. Lerner detectaba problemas en las ciudades, los que abordaba con proyectos específicos a los que denominó “acupuntura urbana”. Mediante estas intervenciones lograba influir en la ciudad, a la manera de un acupunturista que es capaz de sanar a través de la intervención puntual. O si se quiere, detectaba grietas, como en la frase que citamos de Cohen, por las cuales lograba que entrara la luz.
Nuestro país se encuentra agrietado, pero en un momento de esperanza que esa luz tan necesaria penetre y haga ver la gran incertidumbre respecto de nuestras ciudades. No solo por la violencia y destrucción ocurrida en sus plazas, calles y monumentos, sino también porque al contrario del ejemplo de Lerner, nos hemos equivocado y mucho respecto al cómo hacerlas habitables, saludables y equitativas. El próximo proceso constituyente será sin dudas una oportunidad para marcar el destino de nuestro país y el futuro de nuestras ciudades y pueblos también dañados por un desarrollo a veces desenfrenado y desequilibrado. Aunque mucho de lo que atañe a las ciudades tiene más que ver con las leyes y las ordenanzas, el derecho a una ciudad equitativa, bella y segura, tanto desde las perspectivas sociales como del bien común, deben tener cabida en nuestra nueva constitución.
Más allá del tema constituyente cabe señalar algunas grietas por las que podría entrar la luz. A modo de ejemplos; el problema del arbolado urbano. Los árboles son clave en la calidad de vida, generan sombra, regulan la temperatura ambiente, limpian el aire, en definitiva, el árbol en el espacio urbano permite un desarrollo sostenible de nuestras ciudades. Un posible proyecto que beneficia directamente al arbolado urbano y permite respetarlo y al menos duplicarlo, es el soterramiento del tendido eléctrico. Chile está muy atrasado en este tema, y más allá del problema de provisión eléctrica que esto supone, genera un daño colateral inconmensurable en el deterioro urbano. Madrid, la segunda ciudad más arbolada del mundo según la ONU, sufrió este último invierno la pérdida fatal de cerca de la mitad de sus árboles producto del terrible temporal que los madrileños denominaron “La borrasca Filomena”. Urgente, fácil y económico es aumentar nuestras plantaciones arbóreas y este ejemplo de Madrid lo demuestra claramente. En enero del 2021 ocurrió el temporal y ya hace varios meses ha finalizado la campaña “Re-Planta Madrid” recuperando todos sus árboles y los daños producidos. Madrid entiende que los árboles no son solo importantes para la imagen de la ciudad, sino también parte clave en la calidad de vida en ella. Vivir y disfrutar la ciudad y no sobre vivir en ella ha sido propósito en las principales ciudades y por ello en ellas se da una calidad de vida muy superior.
La cuarta parte de la superficie de Chile está cubierta por bosques y eso es maravilloso y nos permite pensar que seguiremos respirando, sin embargo, nuestras ciudades, las que en su mayoría tienen en promedio menos de un árbol por persona (la mitad de los de Madrid) nos hace urgente caer en la cuenta de la urgencia de estas medidas.
Se requieren más de 20 árboles para satisfacer el oxígeno de una persona al día y duplicar la cantidad de árboles en nuestras ciudades es fácil, rápido, urgente y económico. Otra urgencia post-plebiscito es darle prioridad al transporte público por el privado. La lógica de todo cálculo de desplazamiento debe ser el cuántas personas circulan y no cuántos automóviles lo hacen. Si invertimos ahí el foco, incentivando el uso del metro subterráneo y ligero (el que más contribuye a una ciudad más justa y mejor) disminuirán fuertemente los tiempos de traslado y con esto se mejorará la calidad de vida. Lo anterior, junto a la urgente peatonalización de todas las calles céntricas de nuestras ciudades (permitiendo solo el paso de taxis, servicios y urgencias) tal cual lo han realizado todas las ciudades cultas y bellas del mundo. Esto, junto con la implementación de una correcta densidad y usos de suelo mixto nos permitiría un impacto y en consecuencia ciudades muy atractivas. Esta responsabilidad no es tan solo de los arquitectos que a través de la obra construida debemos apostar por una ciudad mejor. Esta responsabilidad principalmente es de los gobiernos y de los que deciden sobre nuestra legislación urbana y municipal. Es evidente que si queremos una comunidad urbana más feliz y sostenible tenemos que tomar estas medidas esenciales que nuestra nueva constitución puede y debe incorporar. Sin voluntad política seguiremos este trayecto que nos ha llevado a lo propio de la barbarie.
Hoy la mitad del planeta vive en ciudades y en pocos años más, probablemente antes de la próxima década se supone vivirán dos tercios de la población mundial en ciudades. Si estamos conscientes de que la ciudad dispersa no es la solución, ¿por qué no hacerlo ahora y dejarlo claramente estipulado en nuestra nueva carta constitucional? Por último, la realización de proyectos que promuevan la integración social permite el vivir, trabajar y/o estudiar a distancias razonables que eviten los largos e innecesarios desplazamientos. Esto repercute también en la calidad de vida de las personas, que ganan para sí, horas al día claves para las relaciones personales, vida familiar, amistades, cultura, deportes y ocio. Nuestras ciudades con poco pueden mejorarse y en forma muy rápida y esto es una de las tareas que tenemos luego de este 4 de septiembre.
Con 25 años de historia, nos hemos ganado un espacio importante para la representación de los arquitectos en el debate público y frente a la autoridad. Buscamos tener una voz nítida y respaldada técnicamente, queremos llegar con nuestro mensaje a la opinión pública, y ser capaces de construir una red amplia de vínculos con la sociedad.