Mucha angustia, pena e impotencia da ver esta obra en ese estado de indecencia feroz. En la puerta del Colegio de Arquitectos, (detrás de la reja) también diseñada por Luciano Kulczewski, estaba la escultura de la cabeza de mi padre en bronce realizada por Samuel Román, probablemente el escultor más importante de Chile la que fue literalmente saqueada .

El maestro Román la donó en honor a los arquitectos de Chile, los que dieron su nombre, Gonzalo Mardones Restat, al Edificio del Colegio de Arquitectos.  A los 44 años, previo a su partida, mi padre viajó a Europa para buscar rejas, puertas y partes del interior de diseños similares a los originales, de manera de rehacer fielmente una obra abandonada del maestro Luciano Kulczewski y transformarla en un monumento.

Como recordarán, ese edificio era una joya visitada por chilenos y extranjeros todos los días,  por la originalidad y maestría de su autor. Darle al edificio el nombre de mi padre, luego del accidente que le costó la vida a los 45 años junto a mis dos hermanos, fue decisión de arquitectos que manejaban un gremio solidario activo y presente en todas las políticas de vivienda y ciudad. Este grupo estaba liderado por Héctor Valdés, Ángel Hernández, Emile Duhart, Roberto Goycoolea , Mauricio Despouy, Ignacio Santa María, Tuto Baeza y tantos otros (todos con distintas miradas políticas y provenientes de distintas escuelas: Universidad de Chile, Pontificia Universidad Católica, Universidad de Concepción y Universidad Católica de Valparaíso). 

Así es como está hoy el edificio en este nuevo Chile, permisivo y violento. No es posible dialogar con aquellos que se han puesto del lado del vandalismo urbano que está destruyendo nuestro patrimonio, nuestra cultura y  nuestro Chile.

Quizás, como bien dice Paáez, “no están a la altura del conflicto” .