17 DE ENERO DE 2022

¿RÉQUIEM URBANO? El desafío de levantar el ESPACIO PÚBLICO de nuestras ciudades

Para algunos, el grave deterioro del espacio público en nuestro país, y especialmente en Santiago en los últimos dos años, es solo un daño colateral frente los avances del progresismo político que lograron las manifestaciones y protestas acaecidas desde octubre de 2019. Para otros, su decadencia es expresión de un desprecio cultural más profundo de los habitantes y de las autoridades por la ciudad concebida como un bien común. El espacio público puede definirse como el ámbito donde se desenvuelve la vida colectiva y se ejercitan las virtudes que la constituyen, y su expresión física son las fachadas de edificios públicos y privados, parques, plazas y calles o avenidas, dotados de equipamiento y objetos que lo embellecen. ‘En el espacio público se ejercita una condición de igualdad, por lo que nadie puede apropiárselo’, señaló en ‘El Mercurio’ el rector de la UDP, Carlos Peña. Siguiendo esa línea, ‘Artes y Letras’ convocó a siete connotados arquitectos de nuestro país y les preguntó qué acciones más o menos urgentes debiera tomar la autoridad urbana y política del nuevo gobierno que asume en marzo para relevar la importancia del espacio público y restaurar aquellos espacios más dañados. ¿Están las condiciones para que se logre un consenso de toda la comunidad en ello?

Iván Poduje: ‘No vandalices mi patio trasero’

¿Camila Vallejo hubiera considerado legítimo que rayaran el muro de su pieza como ocurrió en La Moneda chica? Apostaría a que no y que hubiera reparado el daño lo antes posible para no toparse con ese garabato todos los días. Lo mismo aplica para la élite cultural que idealizó la destrucción de nuestras ciudades en el estallido. Me cuesta verlos actuando igual si sus talleres o escritorios hubieran recibido los piedrazos. De hecho, Francisco Brugnoli, que solía reclamar por los grafitis en el MAC cuando era su director, afirmó que la ruina pintarrajeada y orinada en que terminó la escultura a Baquedano debía considerarse como una acción cultural. Como ‘otro monumento’ que había que analizar.

¿Qué explica este doble estándar? En algunos casos es miedo a la funa, como ocurrió con tantos que callaron la destrucción de nuestro patrimonio durante el estallido. Otros sienten afinidad ideológica con los vándalos y piensan que sus acciones son un costo menor, al lado del nuevo Chile que surgirá del fuego. Pero igual que Vallejo, creo que su reacción sería muy distinta si hubieran quemado sus patios y nos los parques San Borja o Bustamante. En el fondo, esta mirada romántica del vandalismo tiene bastante de individualismo, no solo porque los bienes públicos son menos importantes que tu patio trasero, sino que porque pueden servir de escenografía para empujar sus agendas revolucionarias trasnochadas.

ero esta locura se estaría moderando. Hemos visto poetas del estallido reclamando por los árboles que se perderán en el Parque Forestal por una línea de metro o pidiendo más policías para controlar el comercio informal y la inseguridad que azota el centro histórico, como ocurría en esos viernes violentos que estos poetas calificaban como manifestaciones ciudadanas o marchas pacíficas.Igual este cambio de discurso tiene mucho de cálculo individual. En marzo cambia el gobierno y quienes validaron o minimizaron la destrucción de nuestras ciudades ahora estarán a cargo de la seguridad pública. Entonces el control del vandalismo dejará de ser un acto fascista y las ‘acciones culturales que crean monumentos’ volverán a ser actos de barbarie, que solo merecen condena.

* Socio Atisba. Miembro del Consejo Nacional del Desarrollo Urbano.

 

Cazú Zegers: ‘Reconocer esta condición metafísica de la Plaza Dignidad’

Al leer ‘Réquiem por el espacio público en nuestra cultura’, no puedo dejar de pensar en una narración hecha por Miguel Laborde cuando llevábamos adelante la gestión del Centro de Estudios Geopoéticos y de la Fundación Observatorio de Lastarria. ‘Un lugar para mirar Chile’ se refería al encuentro de fuerzas naturales que se dan en el espacio hoy conocido como Plaza Dignidad. Según su relato, este lugar es el de encuentro de la serpiente de agua Kai Kai (la que inunda y crea todo tipo de calamidades) y de la serpiente de tierra Treng Treng, serpiente divina que viene a auxiliarnos. Esta analogía al mito mapuche del origen de este territorio telúrico y austral, aún en formación, nos permite entender por qué este espacio público fue el epicentro del levantamiento social; es más, se podría decir que la masa de manifestantes exigiendo dignidad es nuevamente la serpiente Kai Kai abriendo un nuevo paradigma y Treng Treng representará nuevas formas de habitar este territorio.

Recordar, gracias a las investigaciones de Rubén Steinberg y Gonzalo Sotomayor, que bajo la Plaza de Armas hay una Plaza Inca conectada al Cerro el Plomo en un sistema geográfico sagrado de alineaciones astronómicas. Cuando entendemos nuestra ciudad con su origen ancestral, el espacio público es el territorio circundante. Sin duda, el espacio público descrito por Carlos Peña nace de una mirada eurocentrista, la cual es parte de nuestra historia y patrimonio, uno construye su realidad con los ladrillos de su historia, razón por lo que se hace fundamental proteger y cuidar. Y al mismo tiempo, poner atención al llamado de Treng Treng para construir un espacio público equitativo y comprendido como uno esencialmente latinoamericano. Expandiéndose a los cerros como un gran Parque Metropolitano de Montaña. Aquí se podrá vivir experiencias de naturaleza profunda, esenciales para la vida humana.

La primera acción que debiese tomar la autoridad política es entrar en una reflexión profunda para comprender este territorio donde habitamos. Para mí, sin duda, la primera acción es reconocer esta condición metafísica de la Plaza Dignidad. El actuar político debe nacer de un consenso entre los ciudadanos, ya que la única forma de aunar criterios nace de una visión poética. Es necesario resacralizar la tierra y venerar nuestras raíces para heredar a las generaciones futuras un mundo bello no devastado.

* Directora de Cazú Zegers Arquitectura que promueve nuevas maneras de habitar el territorio.

José Rosas Vera: ‘En el sentido de oportunidad del nuevo gobierno, resulta impostergable revertir el estado actual’

Nadie discutiría que el Centro de Santiago, dados los bienes, memoria e historia sedimentada, es patrimonio cultural.

Por ello, resulta alarmante que esta área morfológicamente delimitada pasó del reconocimiento alcanzado en calidad y coherencia espacial de sus edificios y espacios urbanos, a ser percibida por su alto deterioro como consecuencia de la devastación de calles y edificaciones derivada de las manifestaciones de octubre del 2019, que posteriormente se intensificó con la extensión de comercio ambulante, rayados de fachadas y personas que viven en vías públicas y parques , entre otros indicadores.

En el sentido de oportunidad del nuevo gobierno, resulta impostergable revertir el estado actual mediante una integración de escalas de gestión entre ministerios, Gobierno Regional, Intendencia Metropolitana y municipio, de modo de conciliar políticas urbanas y organizar con actores de la sociedad civil la coordinación de ideas y proyectos con capacidad de articular estrategias desde la complejidad y tensiones existentes.

Complementariamente capitalizar la inteligencia espacial y vitalidad urbana contenida en la matriz genética del suelo para auto-organizarse y la capacidad de resiliencia para combinar equilibradamente la permanencia de episodios notables con la sustitución de hechos urbanos con obsolescencia o que necesitan fuertes cambios.

Adicionalmente impulsar la regeneración urbana desde la disposición en red de calles peatonales, galerías, pasajes comerciales, plazas, líneas de metro y estacionamientos subterráneos, que organizan las circulaciones y articulan las edificaciones comerciales, servicios y arquitecturas singulares como un entramado denso, poroso y mezclado de usos, formas de encuentro e interacciones múltiples entre la vida pública y la privada, que sin exclusiones cualifican el interior de la condición urbana.

Finalmente, coincidiendo con Hartog, considerar que ‘el momento actual se ha producido muchas veces en el pasado’, impulsando que un importante proceso de reactivación comience políticamente por ejecutar obras de infraestructura viaria aún pendientes y que siendo avenidas estructurales aportan a la identidad y equidad espacial de la metrópolis.

El rediseño del eje Alameda Providencia incluida la Plaza Baquedano, la cobertura de la trinchera de la autopista central integrando el centro con los barrios y la explanada de los mercados que refuerza la conectividad del centro con las comunas vecinas, aumentando los lugares de encuentro, debiera ser un primer horizonte.

* Profesor Titular Escuela de Arquitectura e Instituto de Estudios Urbanos PUC Chile.

Juan Sabbagh: ‘Afectado el espacio público, se afectó la ciudad de la peor manera posible, con desprecio cultural’

Las causas del daño al espacio público, lugar que Humberto Giannini llama ‘lugar de gratuidad’, hay que buscarlas en la desafección, en no reconocer como nuestro lo público. Lo que creíamos era de todos, resultó no serlo; lo que era propio, bello y nos emocionaba, no lo era para todos, con el resultado de indiferencia y destrucción. Afectado el espacio público, se afectó la ciudad de la peor manera posible, con desprecio cultural.

Es una oportunidad para el nuevo gobierno ofrecer a los ciudadanos descentralización efectiva traspasando los roles de la conducción de pueblos y ciudades a las gobernaciones y autoridades locales.

Solo estos pueden elaborar un proyecto-ciudad fundado en emociones compartidas. En este caso, el interés y el deseo de vivir en comunidad, la necesidad y goce de compartir el espacio público y ser parte de ciudades con valor especial en una propuesta de recuperación sobre bases fundacionales:

Las ciudades se construyen sobre la base del patrimonio y con el espacio público.

La recuperación del espacio público como esencia de la existencia de una ciudad y como condición, igualitaria, accesible, equitativa y equilibrada. Sin espacio público no hay ciudad, cultura, ni patrimonio humano.

Revitalización de centros urbanos como base de la identidad, polo de desarrollo y lugar de generación de ciudadanía.

Alta calidad de vida urbana, requisito para transformar la ciudad en el proyecto de vida de sus habitantes.

Participación ciudadana en torno a un proyecto común de integración público-privada, gobernanza ciudadana y un buen plan normativo que favorezca el desarrollo propuesto.

A la autoridad central le cabe precipitar un modelo de país que se legitime en la ciudadanía y sus autoridades locales, proporcionando sistemas de gestión eficientes, entendiendo las ciudades como sistemas vivos e integrados. Los planes deben ser capaces de generar y favorecer acciones que permitan su desarrollo armónico.

Las condiciones para actuar sobre el espacio público siempre están dadas, por la simple razón que de no hacerlo, nuestras ciudades no tienen futuro, el estallido advirtió de sus carencias y dio señales claras sobre cómo se debe actuar.

* Premio Nacional de Arquitectura 2002.

Germán del Sol: ‘El espacio común sirve para dar lugar a todo lo público en plenitud’

Pienso que tal vez, el espacio público no es necesariamente el lugar donde los habitantes de una ciudad ejercen su igualdad, sino quizá, aquel donde ejercitan sus enormes diferencias. Ordenadamente cuando hay orden, y caóticamente si reina el caos. El caos como el principio de todo orden.

Una plaza es el lugar común de todos, y debe reflejar lo mejor de una sociedad. Por eso, quizá las plazas más útiles para una ciudad son amplias y están vacías de cosas. Así dan buen lugar para que la gente las llene con manifestaciones y rituales. Un día es mercado o feria, unos compran y otros venden. Otro día es de celebración, las miserias se olvidan, todos están felices. Otro día todos protestan, y se acabó la fiesta.

El espacio común sirve para dar lugar a todo lo público en plenitud. Ninguna autoridad debería intentar corregirlo. Excepto, por supuesto, limitar el vandalismo, que no es expresión de diversidad, sino de primitivo salvajismo.

El espacio público actual no está solo conformado por lugares físicos visibles y potencialmente ordenables por autoridades y planes de tolerancia cero, como son las calles, parques y plazas, sino y sobre todo, un inmenso espacio virtual común en red, donde las personas se comunican entre sí sin pasar por ningún centro con poder de controlarlo. Y se ponen de acuerdo para actuar en el espacio público físico más rápida y efectivamente que la autoridad que quiere reprimirlos.

Pienso que la ciudad es fruto de la cultura de sus habitantes y no al revés. De su urbanidad. La cultura que promovería la muy deseable igualdad entre la gente, no se desarrolla mediante una nueva planificación de la ciudad. Porque no hay un urbanismo que sea más justo e igualitario que otros, sino culturas de gentes que son más justas e igualitarias que otras, y que adonde van transforman los barrios y ciudades que habitan para que sean más justos e igualitarios. Porque entienden que la buena vecindad les conviene. Que no se puede vivir bien en un vecindario donde algunos son mucho más pobres de recursos materiales o espirituales que otros.

* Premio Nacional de Arquitectura 2006.

Yves Besançon Prats: ‘Las primeras señales deben provenir de las autoridades’

El espacio público en la ciudad se entiende como todo lugar de libre acceso y que no es privado. Sin embargo, espacios privados se han convertido en lugares de uso público dada su apertura al uso colectivo, como lo son los centros comerciales, museos o galerías que han abierto sus puertas para beneficio de muchos. El ejemplo más significativo, a mi entender, es la red de galerías que perforan las manzanas del centro de Santiago, conformando un entramado único y singular, transformando el espacio privado en espacio de uso público.

Sin duda, todo espacio público en la ciudad es un bien común que debe cuidarse y protegerse para beneficio de todos. Yendo más allá, las fachadas de los edificios que conforman el entorno del espacio público deberían ser bienes comunes de la ciudad, como parte fundamental del espacio ciudadano, como lo son los monumentos, los árboles, las calles y los parques. Todos estos bienes son patrimonio común y dan valor al espacio urbano sin duda alguna.

¿Por qué entonces, si se trata de la propiedad de todos, algunos la destruyen en vandálicas orgías rayando y quemando todo a su paso como bárbaros insensatos que parecieran ser culturalmente ajenos al cuidado del bien común? Algunos responderán que se trata de los signos de los tiempos de cambio y que ya se calmarán las aguas y vientos tormentosos. Sin embargo, formar a nuestros jóvenes en un ambiente de cultura y tolerancia no ha sido suficiente para que la calidad del espacio público sea respetada y no degradada a los niveles de una posguerra o de una invasión barbárica.

Las primeras señales deben provenir de las autoridades para que las comunidades y los individuos reciban el testimonio adecuado y el ejemplo directo de los que nos dirigen. El proyecto de ley de patrimonio cultural presentado por el Ejecutivo al Congreso en el 2019, en el que se plantea un nuevo y moderno concepto de bienes patrimoniales tanto en su declaración como tales como en su conservación y cuidado por toda la sociedad, sería un marco adecuado para la valoración del espacio público. Así también, los gobernadores y alcaldes deben garantizar el derecho que tenemos todos de vivir en una ciudad inclusiva para beneficiarnos de acceder a espacios públicos limpios, seguros y dignos.

* Pastpresident Asociación de Oficinas de Arquitectos AOA. Director Revista AOA.

Gonzalo Mardones Viviani: ‘Más ciudad’

Los próximos gobernantes tendrán que hacerse cargo de abordar la recuperación de nuestra ciudad posestallido y pospandemia. Si nuestra ciudad actual es el fiel reflejo del Chile de hoy y de los tiempos que vienen, estamos mal. ¿Entonces qué hacer frente a esta inmensa agresión al espacio público? Pedir a la autoridad ‘más ciudad’. Partir con lo más obvio, más simple y económico, a saber: limpieza de calles, pintura de fachadas, plantación masiva de árboles en las calles para cumplir con lo mínimo; 1 habitante = 1 árbol (Madrid tiene 2 árboles por cada habitante), buena accesibilidad y rapidez en el transporte público, eliminación de Cables aéreos (la mayoría de ellos, el 70%, está en desuso). Lo segundo, dar el gran paso a un nuevo modelo arquitectónico y urbano que recupere esa atmósfera sosegada de nuestra tradición de ciudad justa, equilibrada, compacta, de altura media, coherente con calles arboladas y buenas veredas que privilegian al peatón. Una ciudad sostenible, culta y moderna que recupere lo más bello de nuestra ciudad tradicional, dentro de límites precisos sin recurrir a la simple plantación de torres insensatas, egoístas e invivibles, y muchas de ellas con provocaciones formales producto de una estética propia de la sobredosis, de la arrogancia y a veces gritonas. La mejor ciudad es la que permite escuchar a los otros. La mejor ciudad es la que logra domesticar al automóvil privilegiando al peatón. Entonces, es imprescindible que nuestra ciudad se impregne de sostenibilidad, que sus edificios sostengan la densidad, cuestión esencial para frenar la suburbanización siempre cara, insegura y muy ineficiente. En los próximos años, probablemente con poco crecimiento, la tarea de la construcción de una buena infraestructura pública se deberá reforzar mucho y bien. Cuando derrotemos al coronavirus el gran tema mundial seguirá siendo el clima, y el cómo hagamos nuestra ciudad frente al cambio climático es esencial. Hemos fracasado frente a lo realizado en nuestras ciudades, llenas de rotondas, malos edificios, con una periferia burda, con siembras de casas a la manera del cómo se plantan hortalizas. Por ello, el Estado debe garantizar un espacio público de calidad, requiriéndose para ello voluntad política y apoyo de las diversas disciplinas encargadas de proyectar y con capacidad de hacer buenas ciudades.

* Arquitecto AOA. Ha sido docente de varios planteles, entre otros, UC y UDD.

 

Recuadro

‘En el fondo, esta mirada romántica del vandalismo tiene bastante de individualismo’.

‘Es necesario resacralizar la tierra y venerar nuestras raíces’.

‘Nadie discutiría que el Centro de Santiago, dados los bienes, memoria e historia sedimentada, es patrimonio cultural’.

‘Las ciudades se construyen sobre la base del patrimonio y con el espacio público’.

‘Las plazas más útiles para una ciudad son amplias y están vacías de cosas’.

‘El proyecto de ley de patrimonio cultural (…) sería un marco adecuado’.

‘La mejor ciudad es la que logra domesticar al automóvil privilegiando al peatón’.

El espacio público puede definirse como el ámbito donde se desenvuelve la vida colectiva y se ejercitan las virtudes.

Emilio Jéquier, un arquitecto del Centenario chileno. E4

Entrevista a Roberto Merino: ‘Está todo mediado por el olvido, siempre’. E5

NOVEDAD INTERNACIONAL

Julian Barnes y su fascinación por la Belle Époque

Un cuadro de dos metros de alto que retrata al doctor francés Samuel Jean Pozzi y que formó parte de una muestra del pintor estadounidense John Singer Sargent montada en 2015, en Londres, fue el punto de partida de este nuevo libro del autor británico. ‘El hombre de la bata roja’ es una crónica de personajes que iluminaron y también oscurecieron el paso del siglo XIX al XX en Francia e Inglaterra. E6

Valdivia, Puerto Varas y Chiloé, protagonistas del arte en el sur. E8

MAUREEN LENNON ZANINOVIC, publicado en Artes y Letras de El Mercurio.

Con 25 años de historia, nos hemos ganado un espacio importante para la representación de los arquitectos en el debate público y frente a la autoridad. Buscamos tener una voz nítida y respaldada técnicamente, queremos llegar con nuestro mensaje a la opinión pública, y ser capaces de construir una red amplia de vínculos con la sociedad.