Por Yves Besançon P.
Arquitecto
El Mercurio
Señor Director:
Ponerle apellido a una palabra que en sí misma se define como acción contraria a la ley y que, por lo tanto, no es legitimada por el Estado de Derecho, es contradictorio y erróneo. Esto forma parte de los tiempos de la destrucción del lenguaje y del deconstructivismo ideológico que pretende terminar con nuestra cultura y nuestro orden jurídico.
Las tomas son tomas y no son ni legítimas ni ilegítimas, por lo tanto, no cabe estar de acuerdo con ellas ni aceptarlas. Distinto es comprender una acción ilegal de familias invisibles para las autoridades y a las que el Estado ha abandonado y que esperan por años una solución sin recibirla. Es por eso que cuentan con mi solidaridad para trabajar junto con las autoridades en pos de una solución rápida y efectiva.
No hablemos de tomas legítimas o ilegítimas, ni de violaciones propias o impropias, ni de violencia justificada o injustificada, ninguna de esas acciones pueden tener apellido, son todas negativas e ilegales.
Otro factor es que los propietarios de los terrenos tomados no piden el desalojo y transforman la toma en un acto que queda impune.
Con 25 años de historia, nos hemos ganado un espacio importante para la representación de los arquitectos en el debate público y frente a la autoridad. Buscamos tener una voz nítida y respaldada técnicamente, queremos llegar con nuestro mensaje a la opinión pública, y ser capaces de construir una red amplia de vínculos con la sociedad.